[h. 1r]Libro de las
alabanzas y excelencias
de la gloriosa
santa Ana.
Compuesto por doña
Valentina Pinelo, monja profesa en el monasterio de san Leandro de Sevilla, de la orden de san Agustín.
Dirigido al ilustrísimo y reverendísimo señor
Dominico Pinelo,
cardenal
de la Santa Iglesia de Roma,
tituli
de
san Lorenzo en Paneperna,
arcipreste
de
santa María la Mayor.
[Escudo cardenalicio, flanqueado por "Año 1601" ]
Año 1601
Con privilegio.
Impreso en
Sevilla,
en casa de
Clemente Hidalgo.
Está tasado a
[ilegible por tachado]
blancas el pliego.
[h. 1v]Anotación única en la parte inferior de la página; se lee:
Antonio de León Pinelo
[h. 2r]El
Rey
Por cuanto por parte de vos,
doñaValentina Pinelo,
monja
profesa en el
monasterio de san Leandro
de la ciudad de
Sevilla, nos fue hecha relación que vos habíades
compuesto
un
libro de las alabanzas y excelencias de la bienaventurada santa Ana, en que teníais
ocupados muchos años
por la devoción que teníais, y nos
pedistes y suplicastes
os mandásemos conceder licencia para le poder imprimir y privilegio por diez años o como la nuestra merced fuese. Lo cual visto por los de nuestro
consejo, por cuanto en el dicho libro se hizo la
diligencia
que la pragmática por nos sobre ello hecha dispone, fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra cédula en la dicha razón y nos tuvímoslo por bien. Por la cual vos damos
licencia y facultad
para que por tiempo y espacio de diez años cumplidos primeros siguientes, que corran y se cuenten desde el día de la fecha de esta nuestra cédula en adelante, vos, o la persona que para ello vuestro poder tuviere y no otra alguna, podáis
imprimir y vender
dicho libro que de suso se hace mención. Y por la presente damos licencia y facultad a cualquier impresor de estos nuestros reinos que vos nombrareis para que durante el dicho tiempo le pueda
imprimir
por el original que en el nuestro Consejo se vio, que va rubricado cada plana y firmado al fin de
Francisco Martínez, nuestro escribano de cámara y uno de los que en el nuestro
Consejo
residen, con que antes que se venda le traigáis ante ellos, juntamente con el dicho original, para que se vea si la dicha
impresión
está conforme a él y traigáis fe en pública forma cómo por corrector por nos nombrado se vio y corrigió la dicha impresión por el dicho original. Y mandamos al impresor que así
imprimiere
el dicho libro, no imprima el principio y primer pliego de él, ni entregue más de un solo libro con el original al autor o persona a cuya costa se imprimiere para efecto de la dicha
[h. 2v]
corrección y tasa hasta que antes y primero el dicho libro esté corregido y tasado por los del nuestro consejo. Y estando hecho y no de otra manera, pueda imprimir dicho principio y primer pliego, en el cual inmediatamente se ponga esta nuestra licencia y privilegio y la aprobación, tasa y erratas y no lo podáis vender ni vendáis vos ni otra persona alguna hasta que esté dicho libro en la forma susodicha, so pena de caer e incurrir en las penas contenidas en la dicha premática y leyes de estos reinos que sobre ello disponen. Y mandamos que durante el dicho tiempo persona alguna sin vuestra licencia no lo pueda
imprimir
al vender, so pena que el que lo imprimiere y vendiere haya perdido y pierda cualesquier libros, moldes y aparejos que de él tuviere. Y más incurra en pena de cincuenta mil maravedís por cada vez que lo contrario hiciere, de la cual dicha pena sea la tercia parte para el que lo denunciare. Y mandamos a los de
nuestro consejo, presidente y oidores de las nuestras audiencias, alcaldes, alguaciles de la nuestra casa y corte y chancillerías y a otras cualesquier justicias de todas las ciudades, villas y lugares de los nuestros reinos y señoríos, a cada uno en su jurisdicción, así a los que ahora son como a los que serán de aquí adelante, que vos guarden y cumplan esta nuestra cédula y merced que así vos hacemos y contra ella no vos vayan ni pasen ni consientan ir ni pasar en manera alguna, so pena de la nuestra merced y de diez mil maravedís para la nuestra cámara. Dada en
Villacastín,
a dos [2] días del mes de septiembre de mil y seiscientos años [1600].
Yo el
Rey.
Por mandado del
Rey
nuestro señor,
don
Luis de Salazar.
[h. 3r]Licencia del
Prelado
El
doctor
Diego Muñoz de Ocampo
,
canónigo
penitenciario en la santa iglesia de
Sevilla,
visitador general
de los conventos de monjas sujetos al ordinario, por el ilustrísimo y reverendísimo señor don
Rodrigo de Castro, cardenal y arzobispo de la dicha ciudad. Por la presente doy licencia a
doñaValentina Pinelo,
monja
profesa del
monasterio de san Leandro
de esta dicha ciudad, para que pueda imprimir un libro que ha
compuesto
de las
alabanzas
de la gloriosa
santa Ana, madre de la madre de Dios y abuela de Jesucristo, teniendo primero para ello
licencia
de su majestad y de su real consejo. Y porque a tan
piadoso trabajo
no falte el mérito de la
obediencia , en virtud de ella la exhorto y si es necesario le mando que con la brevedad que pueda le haga imprimir. Hecha en
Sevilla, a
28 de febrero de 1600 años.
El
doctor
Diego Muñoz de Ocampo
.
[h. 3v]Aprobación
Por mandado de los
señores del Consejo
, he visto este
Libro de las excelencias de la gloriosa santa Ana,
compuesto
por
doñaValentina Pinelo,
monja
de la orden de san Agustín en el
monasterio de san Leandro
de
Sevilla, cuya lectura me ha traído a la memoria lo que escribe
san Gregorio Nacianceno
de las alabanzas de su hermana
santa Gongonia, que suele Dios en cuerpos flacos de
mujeres tiernas
plantar ánimos fuertes y valientes de espíritu, mostrando que en el negocio de virtud la desigualdad está en los cuerpos, no en los ánimos. Y así ha dado muestra esta
señora religiosa
en este
libro
del noble y esclarecido
ingenio , acompañado de devoción y espíritu que Dios le ha dado. Y por no haber en él
cosa malsonante
ni contra la verdad de nuestra religión, antes muchas de erudición y curiosidad
[h. 4r]
con estilo
levantado
y entretejidas cosas morales muy a propósito de la historia que serán de
provecho a todos, juzgo que se le debe dar la licencia que pide. Dada en este
monasterio de santa Ana del señor san Bernardo
de
Madrid, en
treinta [30] de julio de 600 [1600].
Fray
Rafael Sarmiento
.
[h. 5r]A
doñaValentina Pinelo,
Lope de Vega Carpio
Una tapicería soberana
de historia de
Belén
y
Palestina
nos muestra en estos paños
Valentina
Pinelo
y ya
Penélope
cristiana.
Medir pretende lo que vale el ana,
mas descubre una
Ana
tan divina
que de una oveja de su lana fina
el cordero Jesús tomó la humana.
¡Oh valor de mujer
fuerte y valiente !
¡Oh
Palas
celestial que vas labrando
del linaje de Dios la mejor tela!
Venga el esposo ya,
virgen prudente ,
pues te hallará con luz de fe velando
en loores de su madre y de su agüela.
[h. 5v]Del
mismo
Hoy la divina
virgen Filomena
que
tras la reja
de la jaula santa
con
dulcísimos pasos
de garganta
la voz al aire el curso al agua enfrena.
De aquel ave que fue de gracia llena
la dulce historia y el origen
canta,
pintando de Belén la hermosa planta
de aquella pura y cándida azucena.
Es ave que con alas de ángel vuela
hasta el nieto divino de la madre
que a la madre mejor le dio sus pechos.
Y pues canta de Dios la santa agüela,
ser
Valentina
a su alabanza cuadre,
pues ha igualado el nombre con los hechos.
[h. 6r]Octavas
Celebre hoy tu ingenio,
Valentina ,
ardiente estrella
del sagrado Apolo,
la cítara suave y voz divina
que osó subir al estrellado polo
y con lira sonora y peregrina
entronicen tu
nombre excelso
y solo
entre la bella aurora y sol dorado
que en otra edad Atenas vio estimado.
Pues cual planta
divina y milagrosa
¡oh
flor
del alto Líbano, vestida
de variedad de ramos, olorosa
sobre empinados árboles subida!
en religión sagrada y valerosa
del divino agustino enriquecida
tan alta te crió de
ciencia
pura
que eres hoy de su fuente la dulzura.
[h. 6v]Octavas
De estos heroicos triunfos y victorias
la que más te sublima y esclarece
y levanta banderas de tu gloria
con que a la eternidad tu nombre ofrece
es que, sobre gravísimas historias
cual refulgente sol que resplandece,
pusiste en
plancha de oro
soberana
todas las excelencias de
santa Ana.
¡Oh dichosos
conceptoslevantados
a la más alta y soberana cumbre
cuya luz, resplandor, rayos dorados
descubrieron
del sol divina lumbre!
Siglos de siglos queden laureados,
hechos que de tu gloria dan vislumbre
y esclareciendo el nombre de
Pinelo
la tierra, el mar, el alto y sacro cielo.
Fin.
[h. 7r]Al ilustrísimo y reverendísimo
monseñor
el señor
Dominico Pinelo,
cardenal
de la santa iglesia de Roma,
tituli
de
san Lorenzo en
Paneperna.
Dirá vuestra señoría ilustrísima que ha sido
valentía
derivada del nombre y fortaleza más que de mujer pues con tanto ánimo aco-
[h. 7v]
metí a
vencer una dificultad
como esta. Yo confieso
humildemente
que es verdad y digo que este
brío
he cobrado con la devoción de la gloriosa y bienaventurada
santa Ana
y con lo dicho pruebo que me ha dado fuerzas el amor, afecto el más valiente de todos los de nuestra alma y el que mayores hazañas emprende. Ahora de esta me prometo
salir con victoria
teniendo el escudo valeroso que para mi defensa tengo, que es el favor de vuestra
señoría ilustrísima, a quien suplico se sirva de recibir mi voluntad y con ella las primicias de los frutos que he cogido en esta tierra, o por más bien decir en este jardín celestial que es este convento donde me
he criado
casi desde que nací.Y por esta causa irá este libro en
lengua castellana
y no en la de
nuestra patria , pues solo es-
[h. 8r]
to lleva fuera de mi gusto.Pero no por mis faltas le ha de faltar el amparo y favor del nombre valeroso de vuestra
señoría ilustrísima, pues teniendo tal protector ha de valer por esa parte lo que la mía
desmerece .Y con esto tendrá
mi libro
de las tres partes dos que le han de hacer famoso: el sujeto y el defensor, cuya grandeza bien basta a suplir las
faltas de la autora .Y pues vuestra
señoría ilustrísima
dice que siempre quiso con particular amistad a mi
padre , que esté en el cielo, y le hizo merced, sea yo heredera de esta honra, quien tanta ha dado a todo mi
linaje
bien afortunado por haber merecido en él un tan valeroso príncipe, cuya ilustrísima persona nuestro Señor prospere y guarde largos años como su divina majestad puede y su
indigna sierva
des-
[h. 8v]
ea a vuestra
señoría ilustrísima. De
Sevilla,
primero [1] de febrero de mil y seiscientos y uno [1601].
DoñaValentina Pinelo
[h. 9v]Prólogo al
lector
Quot Capita tot sententia
Quiero decir, cristiano
lector
, que cuantas fueren las cabezas tantos han de ser los pareceres y si cada uno que leyere mi libro ha de dar su decreto, paciencia. Los
antiguos
significaron muy bien la ignorancia representando a una mujer simple que andaba por un campo donde había habido muchos muertos de una grande guerra y famosa batalla y ella iba con piadoso corazón cogiendo las cabezas de aquellos muertos y subiendo por una cuesta arriba hacia un monte donde había una ermita de la pie-
[h. 10r]
dad y queriéndolas enterrar allí, antes que entrase en el templo descargaba las cabezas y poniéndolas sobre un alto que había de tierra, dejolas en el monte. Y entró en el templo a buscar lugar para sepultarlas y volviendo por ellas no halló ninguna, que por causa de haberlas puesto sobre el montón de la tierra se habían deslizado y caído por el monte abajo: unas por una parte y otras por otra, de suerte que fue cada una por su parte y ninguna pareció. Esto es decir que habiendo muchas cabezas pocas veces son a una, cada cual va por su parte para
juzgar
en negocios de piedad. Yo la pido para que con ella se juzguen
mis ignorancias . Y persuadida estoy a que ha de haber
variedad de pareceres
y no todos han de ser en mi favor, pues quien no juzgare mi intención, que es bueno, condenará por atrevimiento el haber
osado
acometer a tan alta empresa siendo mujer y
sin letras
y con
poca habilidad
y
encerrada , sin co-
[h. 10v]
municar con letrado ninguno jamás, de la cual verdad doy por testigo al cielo y a todo este
ilustre convento
que es otro cielo donde me he
criado
desde edad de cuatro años no cumplidos. Y aquí se ha visto y experimentado que no he tenido otro maestro que a Dios, ni otros cursos que las siete horas canónicas, ni otra
escuela
y academia que el coro, y saben que digo verdad. Y también se ha conocido mi condición natural y el
poco brío
que he mostrado, pues no sólo no me he preciado
bachillera ni letrada , pero sabe Dios, cuyos son los dones, que los he querido siempre
esconder
del mundo, tanto que el hablar y escribir he venido a
perder
y el lenguaje natural, de tal suerte que cualquiera me la gana en esto. Y he quedado con una
rudeza
de tejas abajo que no acierto a emplear en humana criatura una palabra de curiosidad ni un buen concepto.
Y para cobrarlo yo ahora del cristiano
lector, conviene dar razón de mí y así digo que yo
[h. 11r]
soy
poco escrituraria
o, por mejor decir, lo que yo sé es poco más que
nada
y esta verdad me ha traído siempre acobardada y temerosa. Y por conocer en mí el
flaco sujeto
de
mujer , algunas veces se me ha ofrecido ocasión y cuando escribo me hallo
volando
con algún lugar de escritura y lo dejo luego con resistencia y vuélvome al
paso llano, temiendo el daño que ha venido a muchas personas por querer saber demasiado, mayormente en las
mujeres , que les es prohibido. Y porque yo lo soy,
humildemente
suplico que no pierda crédito y opinión este
libro. Y a quien
dijere
que le falta valor por no tener un autor graduado en santa teología, respondo que la
sagrada escritura
tiene tanta autoridad consigo que no la puedo desautorizar yo por la falta del sujeto o por no haber
estudiado . Pues cuando mi señor Dios quiere hacer maravillas, les
revela
a los
simples
lo que les esconde a los sa-
[h. 11v]
bios. Y si se cuenta en la sagrada escritura por memorable victoria la de
Sansón, que con una quijada de una bestia venció y destruyó un ejército, de mayores hazañas se ha de preciar y con razón el invencible y más fuerte que Sansón. Y es obra suya y de su divino poder dar fuerza en una
lengua bestezuela
de una mujer para que le
alabe y bendiga
su nombre, honrándole con ensalzar y levantar la devoción de su santa abuela y venza el olvido y tibieza que hay en la devoción de tan gran santa, que mi intento este ha sido y no me obliga otra cosa que el gran
deseo
de servir a mi señora santa Ana. Y como no se puede con silencio encarecer lo que de veras se ama ni callando se puede alabar lo que tan digno es de alabanza, he tomado este medio para satisfacción de mi gusto, empleando en ella mis pensamientos y palabras. Muchos
años ha
que comencé este libro y lo dejé, porque me ocupaba todo el año
[h. 12r]
en las fiestas de la orden haciendo algunas
letras
que saldrán ahora, siendo Dios servido en
otro libro
impresas. Pero aquel era un ejercicio tan cansado que me han faltado las fuerzas y si no dejara ese otro libro, nunca
acabara
éste. Y aquí cobré la salud que allí perdí: en el
cancionero
ha sido el trabajo y aquí el descanso, pues mi
regalo y consuelo
es considerar las excelencias y prerrogativas de la bienaventurada
santa Ana, madre de la madre de Dios y abuela de Jesucristo, cuyo honor y gloria aquí pretendo ofreciéndole mi deseo y mi trabajo. Y quisiera que fuera más bien
lucido, pero no ha sido por falta de
voluntad
ni de memoria, que ella me ha hecho la costa; la falta estará en el
entendimiento , que en ninguna manera podrá suplir a todo no habiendo buen
fundamento de letras . Y así ha de quedar
corto
en el sentido espiritual y en la explicación de los lugares de la sagrada escritura. Y cuando
[h. 12v]
esto sea, en tal ocasión se ha de mostrar la caridad del discreto y cristiano
lector, que siéndolo tendrá pecho piadoso y ojos sencillos para leer, sentir y juzgar bien de mi obra. Y estoy confiada que ha de suceder todo bien y para esto imploro el favor del cielo, donde van enderezados mis deseos, y a mi intención han de ayudar Dios y la Virgen preciosa, que si en los negocios ajenos acude con largueza y misericordia a quien le suplica y pide favor, en este que es tan propio suyo será mi intercesora, pues es interesada por lo que
deseo
servirla honrando y loando las excelencias de su bendita madre, para lo cual por medio suyo espero alcanzar de su nieto la gracia en esta vida y allá en la eterna la bienaventuranza.
Quam mihi & vobis prestare dignetur.[f.1r]Omnis sapientia a domino Deo est
Toda sabiduría es de Dios
De la excelencias de la bienaventurada santa Ana, madre de la madre de Dios y abuela de Jesucristo nuestro redentor.
Introducción
De aquel famoso y admirable tabernáculo que para guarda del arca del Señor fue fabricado, cuenta la
sagrada escritura
que
Exod.6.4.
para poderlo llevar el pueblo de Dios en los hombros y con la reverencia que debían, usaron con luz divina de esta industria: labráronlo de suerte que lo ar-
[f. 1v]
maban y desarmaban y quedaba cuando quería
dividido en cuatro partes
por ser tan grande y de tanto valor y peso. Repartíanse con él los tribus cuando le asentaban, poniéndole: el tribu de
Judá,
Isac
y
Zabulón
al oriente; y al occidente los de
Efraín,
Manases
y
Benjamín; al medio día los tribus de
Rubén,
Simeón
y
Sat; y al septentrión los tribus de
Dan
y
Aser
y
Neptalín. Este tabernáculo era digno de grande veneración y asistía Dios en él y hablaba dentro muchas veces y quería que el cielo y la tierra lo estimasen en tanto que, cuando lo habían de mudar para cuando caminase el pueblo de Dios, tenía señales del cielo: una nube celestial de día que cubría el tabernáculo, otra señal de fuego de noche, las cuales señales hacían movimiento cuando Dios quería que caminase o descansase el pueblo hebreo. Cuadra muy bien a nuestro propósito esta figura, pues el arca
[f. 2r]
del testamento es figura de la
Virgen
sacratísima nuestra señora. El tabernáculo y santuario de tanto peso de valor y merecimientos, donde tantos prodigios obró la mano de Dios enriqueciéndole de dones de gracia, fue la gloriosísima Ana, cuya historia no se puede contar sin
dividirla
en cuatro partes. En esta primera se tratará algo de su vida, lo que más aprobado y autorizado estuviere de fidedignos autores, dando esto por la primera parte de alabanzas. La
segunda parte
será en la limpísima concepción de su dichosa hija, pues le cabe mucha honra y gloria a la bienaventurada
santa Ana
por ser madre de hija que ella sola fue preservada de toda culpa y llena de gracia. La
tercera
será la natividad, donde su alma y corazón recibiría extraño gozo, pues lo dio general a todo el mundo. La
cuarta
excelencia es la presentación de la Virgen al templo, de la cual recibió premio
[f. 2v]
esta santísima señora por tan soberana ofrenda. Y supuesto que estos días los celebra la iglesia dedicados a la sacratísima Virgen, aquí declararemos cuánta parte de honra y gloria resulta en estos días a su madre santísima, cuya virtud comenzamos. Y advierta el
lector
que este
primer capítulo
va como canto llano para que sobre él, si supiéramos, se vaya echando algún contrapunto. Había de ser la música celestial y con voces de ángeles, pero ni será de
ángel
ni de hombre, sino de
mujer
que no puede alzar la voz ni subir el punto como quisiera, pues para llevar alguna
suavidad y dulzura
quisiera yo ir
discantando
con un grano de sal de teología en la lengua, pero la voluntad, si algo vale, suplirá todas las faltas.
En este mismo f. 2v comienza el Capítulo primero.
[f. 422v]Fin del
Libro de las alabanzas de la gloriosa y bienaventurada santa Ana.
[h. 1r]Tabla de los
capítulos
que se contienen en este libro.
Continúa hasta h. 9r
[h. 9v]Sujeta a la censura de la santa madre Iglesia, como la he profesado, la guardo y prometo guardar en vida y muerte.
[h. 10r]Index sacre scripturae loca ex utroque testamento quae in toto hoc volumine explicantur.
Continúa hasta h. 18v
[h. 18v]Impreso en
Sevilla, en
san Leandro, convento de monjas de nuestro padre san Agustín. Por
Clemente Hidalgo.
Año 1601.
[h. 19r]Erratas.