[h. 1r]Soledades de Buçaco por doña Bernarda Ferreira de Lacerda.
A las
religiosas carmelitas descalzas
del
convento de San Alberto de
Lisboa.
Año 1634.
[Título enmarcado en frontispicio clásico con el escudo de la orden carmelita descalza en la parte superior y el escudo de la autora en la inferior. ]
[h. 2r]En
Lisboa. Per
Mathias Rodrigues.
Año de 1634.
[h. 2v]Licenças.
Vi este livro composto por dona
Bernarda Ferreira de la Cerda, intitulado
Soledades de Buçaco, onde os filhos de Theresa, imitando as penhas duras desse deserto, são máis asperos na vida com a penitencia do que elas podem ser comunicadas, porque se bem entre moradas toscas de um secreto vale, todo horrível, todo brusco, passando vivem penitente vida, com tudo, a grande pobreza e mayor abstinencia com que gostam os moradores de mortificarse em competencia podem competir na aspereza com as
[h. 3r]
mesmas pedras, pelo que me parece digno asumpto do generoso peito, tanto por sua virtude como por sua nobreza e engenho conhecido com que considera bem quanto alcança de Deus quem máis nesta vida por seu amor padece. E assim com muita razaõ pode ser impresso. Em
São Domingos de
Lisboa, em
6 de Outubro de [1]663.
Frei
Ayres Correa
M. e Reuedor.
[h. 3v]Vi este livro intitulado
Soledades de Buçaco, composto por dona
Bernarda Ferreira de la Cerda, nele não achei cousa digna de censura, antes de muito louvor pelo singular espírito e sobido engenho e erudiçaõ com que a autora trata as propiedades daquele deserto e a contemplativa e rigurosa vida dos habitadores dele, pelo que se lhe pode dar a licença que pede. Em
São Francisco da cidade
de
18 de Outubro de [1]633.
Fr.
Diogo do Salvador.
[h. 4r]Vistas as informaçoes pode imprimir este livro intitulado
Soledades de Buçaco
e depois de impresso tornará a este conselho, conferido com seu original pera se lhe dar licença para correr e sem isso não correrá.
Lisboa,
18 de Outubro de [1]633.
C. Pereira.
D. João da Silva.Barreto.
Manoel da Cunha.
Fr.
João de Vasconcelos
.
Concedo licença para se poder imprimir este livro intitulado
Soledades de Buçaco, composto por dona
Bernarda Ferreira de la Cer-
[h. 4v]
da
da
Lisboa,
24 de Outubro de [1]633.
João Bezerra Jacome,
Chantre
de
Lisboa.
Podese imprimir este livro vista a informaçãO do
Doutor
Luis Pereira de Castro
e licenças do Santo Oficio e Ordinario e depois de impresso tornará a mesa pera se tai-
[h. 5r]
xar e sem isso não correrá.
Lisboa3 de Novembro de [1]633.
CabralSalazarBarreto.
Conferi este livro das
Soledades de Buçaco
está conforme com seu original.
Lisboa
em
São Francisco da Cidade,
19 de Fevreiro de [1]633.
Frei
Diogo de Salvador.
Vista a conferencia pode correr este livro
Soledades de Buçaco.
Lisboa21 de Fevreiro de [1]634.
D. João da Silva.Barreto.
Manoel da Cunha.
Fr.
João de Vasconcelos
Táxase em setenta reis em papel.
Lisboa17 de Março de [1]634.
Cabral.
Salazar.
Barreto. Luis Barreto.
[h. 6r]Ás
religiosas carmelitas descalças
do
Mosteiro de S. Alberto de
Lisboa.
Porque Vs. Ms. não podem ver as perfeiçoes do seu
Deserto de Buçaco, as quis eu mostrar nesta breve descripção e pequeno indicio dos desejos grandes que de servir a Vs. Ms. tenho, mais com o limitado cabedal de meu talento não pude pa-
[h. 6v]
sar de bosquejos mal formados. Assim vão presentarse a Vs. Ms. confiados em que sempre serviços valerão máis pelo ánimo de quem os faz que por si mesmos. Deus me guarde a Vs. Ms.
Dona Bernarda.
[h. 7r]Prólogo
Para describir la vida de los solitarios de
Buçaco
necesito de su espíritu, carezco de su experiencia y así no pueden llegar mis palabras a donde sus obras, que es limitado el vuelo de mi pluma. No pasa a más de dar al mundo las buenas nuevas de aquella fundación, mas si como dice
Philo:
Decet inter nuncium, atque interpretem lata nunciantem esse celerrimu et alis ferri velocissime, ya parece que va fuera de tiempo, pues tan tarde las denuncia. Recelos de emprenderlo fueron causa; con todo a pesar de desvíos y dificultades sale a luz el bosquejo de
Buçaco, que si no por obra mía, por ser en sus principios servirá como de aurora
[h. 7v]
o prenuncio al día de mayores noticias y experiencias con que ingenios cultos y levantados puedan ilustrarse en el empleo de tan soberano asunto, en que yo solamente puedo mostrar buenos deseos; a cuya causa escribo en castellano por ser idioma claro y casi común. Si de esto me hicieren cargo mis portugueses, conténtense con el original, de quien lo más que ofrezco en esta copia a todos es lo menos.
[h. 8r][h. 8v][f. 1r]Soledades de Buçaco
por doña
Bernarda Ferreira
etc.
Canto el
desierto Buçaco,
la soledad venturosa,
adonde habita el silencio
y la penitencia mora,
adonde el amor divino
con frontera poderosa
[f. 1v]
de inexpugnables peñascos
sus enemigos asombra.
Bella musa del Carmelo
y de nuestra
España
gloria,
que para ser sol en Alba
fuistes en
Ávila
aurora.
Claro lucero del mundo
que resplandecéis sin sombra,
pues canto de un rayo vuestro
vuestra luz invoco hermosa.
Dadme, divina maestra
de esta soledad graciosa,
gracia para que describa
sus gracias al mundo sola.
Humilde mas confiada
la pluma mía se postra
[f. 2r]
a vuestros pies, porque vuele
y las altas nubes rompa.
Si la miráis, espero
que
Buçaco
de las hojas
de sus hermosos laureles
teja a mis sienes corona.
[f. 3r]Comienza la obra
[f. 121v]Fin de la obra
[f. 122r]Sin numeración de aquí adelante
Papel que escribió
un caballero castellano
a doña
Bernarda Ferreira
sobre el
desierto de Buçaco.
He leído con grande gusto y no menor envidia los romances que vuesasted hizo a
Buçaco, tan ricos de conceptos altos como adornados de tropos y figuras, demostraciones de su estudio, gracias y superior ingenio. Pero como hasta ahora puedo afirmar que apenas he tenido noticia de este desierto en que vuesasted descubre tantas felicidades, me ha de
[f. 122v]
dar licencia para preguntar si las excelencias que vuesasted publica las contiene en sí
Buçaco
o si es exageración y realce, privilegios con que los poetas suelen acrecentar estimaciones. Guarde Dios a vuesasted como deseo.
[f. 123r]Respuesta de doña
Bernarda.
Pregúntame vuesasted si es encarecimiento lo que escribo del
desierto de Buçaco
y debe ser la causa lo que dice
Horacio:
Pictoribus atque poetis quidlibet audendi semper fuit a[e]qua potestas Horatio
in
Arte poetica.
.
A buen tiempo proviene la objeción para que acompañe estos papeles la satisfacción que a vuesasted quiero dar y sirva a los que tuvieren la misma duda. Pero no apunta vuestra merced si repara en lo material, si en lo formal, y era necesario para que fuera más sucinta la
[f. 123v]
respuesta, que duda confusa e indeterminada no consiente determinada solución. Darela a una y otra cosa con la brevedad posible.
Comenzando por lo material del yermo, no hay en estos romances verso en que pueda notarse exageración, ni en lo que toca a la fertilidad de la tierra, de quien confiesan los vecinos lo que ya dijo
Ovidio:
Omnia liberius nullo poscente ferebataa Ovidius, I
Metamorfosis.
; ni en la variedad de flores y diversidad de plantas, porque allí con más razón se puede decir:
Hic ver purpureum varios hic flumina circum fundit humus flores, hic candida populus atro imminet et lentae texunt umbracula vitesbb Virgilio,
Egloga
9.
.
[f. 124r]Como saben los que pasan aquellos caminos, pues antes de llegar a las faldas de la sierra comienzan a sentir la fragancia de las flores (bien así como nautas del
Tirreno
la de los naranjales de
Chio
) y, subidos en lo alto, descubren caos inmenso de verdura, tan exenta de los rayos del sol que pudiera decirse por aquellos bosques lo de
Lactancio:
Cum Phaethontaeis flagrasset ab ignibus axis ille locus flammis inviolatus erat Lactanctius FirmianDe ave Phoenicie.
.
Por el clima, que es el más benévolo de toda
España:
Parturit almus ager zephirque tepentibus auris laxant arua sinus superat tener omnibus humor.cc Virgilio,
Georgicas.
En lo de las aves no me alargo que
[f. 124v]
la templanza del sitio, la amenidad de los campos y brazos de mar hacen que puedan con verdad decir aquellos montes
Hic volueres habitant pictae atque ingentibus alis buboq; aceipitres e longo gutture cornix Aequoreae quibus est mos vitandegerein undis .dd Homerusde antro Calypson.
De la multitud de fieras son buenos testigos los cazadores que de las vecinas aldeas salían hasta ahora a darles asaltos, ofendidos del daño que les hacían ya en los ganados, ya en las mieses, porque allí con más libertad:
Transmittunt cursu campos atq
[ue]
agmina cerui / puluerulenta fuga glomerant montisque relinquunt .
ee Virgilio,
Aeneida, lib. 4.
En la aspereza y rigor de la sierra he
[f. 125r]
sido avara, que si bien es rica de arboledas y fuentes, no es pobre de rocas y peñascos, tan altos que parece que el cielo:
Illic et nebulas, illic consistere nubes / Iussitff Ovidio
I.
Metamorfosis.
; donde viene que se ve de aquel alto muy grande parte de
Portugal
y no pequeña del océano. De las antigüedades que en aquellas montañas se descubren dan testimonio escritores diligentes y a no ser lo que advierte el insigne poeta
Tempus edax rerum tuque inuidiosa uetustas / omnia destruistisgg Ovid. 5.
Metamorfosis.
, algunos edificios estuvieran hoy en la más alta corona de
Buçaco, de los
[f. 125v]
cuales apenas aparecen las ruinas y aún es mucho, pues como bien cantó
Lucrecio:
Denique non lapides quoque vinci cernis ab aevo / non altas turris ruere et putrescere saxa?hh Lucretius, lib. 5.
.
No debe vuestra merced reparar en la situación del convento y ermitas, pues él y algunas de ellas están tan patentes a los caminantes que es imposible no haberlas ya divulgado la fama:
Occultum nihil ese sinit, latebrasq
[ue]
per omnes intrat et obstrusos implorat fama recessus .
ii Claudianus, poeta christianus.
Viniendo, pues, a lo formal del desierto en que su esencia consiste, tan lejos estuve de encarecimientos que antes habré agraviado a la sagrada religión de Carmelitas Descal-
[f. 126r]
zos en tratar sus cosas tan sucintamente, pidiendo ellas narración muy larga, pero
Difficile est nimium variis servire palatis, mayormente quien tiene tan limitado talento; mas si no puedo decir con
Teócrito
Dulcia uerba loquor, dulcissima carmina cantojj Teocrito,
Idilios, 24.
, podré afirmar que en nada me aparto de la verdad, que es la suavidad y armonía necesaria en tal obra. Los mismos peñascos y arboledas de aquella sierra parece que están convidando a compunción y lágrimas:
Ipsi etiam montes densae ac in rupe cupressi ipsa etiam querulo vertice flere iubent .kk Hyeron. u[-]da in lamentatione de morte Christi
[f. 126v]
Ni es maravilla que haya quien abrace vida tan áspera y desabrida que muestra exceder los límites de la naturaleza humana, que de ordinario
Amor timere neminem verus potestll Séneca
Tragicus in
Medea.
. Todo facilita el amor divino y así no hay que admirar de los excesos de penitencias y mortificaciones de aquellos solitarios, pues
Verus amor nullum nouit habere modummm Propertius.
. Ni tampoco que con divinas consideraciones se vaya levantando tanto el alma de cada uno de ellos, que subida en la más alta esfera comience a decir:
Sunt enim pennae uolucres mihi
Quae celsa conscendunt poli
quas sibi cum velox mens induit terras perosa despicit aeris immensi superat globum nubesque post tergum uidet. nn Boetius,
De consolatione, lib. 4, mit. 1.
Ni que en aquel sosegado vuelo y deleitosa suspensión se estén enriqueciendo de soberanas virtudes y despachando divinas pretensiones, que es allí a donde
Vultus adest precibus faciesque incesta peroratoo Lucanus, lib. 10.
. Ni que en el profundo silencio de la noche, cuando más asidos al blando sueño, no se quiete la fantasía, sino que fabricando mil ídolos durmiendo estén, mirando lo que despiertos no perdieron de vista; y no es mucho que
[f. 127v]
en contemplativos se cause este efecto cuando:
Venator defessa thoro cum membra reponit mens tamen ad syluas et sua lustra redit, iudicibus lites, aurigae somnia currus vanaque nocturnis meta cauetur equis. pp Claudianus
in praefat, l. 6.
Al fin es tan pequeño este retrato de aquel divino gigante, conquistador del impíreo, que le faltan las mejores perfecciones que en su original venero; pero, pues a más no llego, diré con
Persio:
Hic ego centenas ausim deposcere voces Vt mihi te quantum sinuoso in pectore fixi voce traham pura. Persius,
Satyra, 5
Como vuestra merced fuere a ver aquel santuario me dirá cuán viva imagen es
[f. 128r]
este monte de aquel quien cantó el
Mantuano:
Quidquid habent ali montes pietatis ab isto Ducitur hac una plures e vite racemi difussi late terras atque aequora complent. rr Baptista Mantuanus, lib. 3,
Parthenice Mariana.
Y cuán hermoso y excelente jardín tiene allí la santa Madre Iglesia, donde cualquiera de las almas de aquellos venturosos carmelitas y divinos solitarios:
Vt flos in septis secretus nascitur hortis Ignotus pecori, nullo contusus aratro. Son dos versos del
Carme
LXII de
Catulo.
Verá vuestra merced la fortísima torre que allí tiene nuestro
Portugal
para su resguardo, tanto más de estimar cuanto más le sirve para otra supe-
[f. 128v]
rior defensa, deteniendo la ira divina que en estos calamitosos tiempos:
Fulmina molitur dextra quae plurima caso Detictis in terras. ss Virgilio,
Georgicas
1.
Verá también vuestra merced que a las grandezas de este santo desierto los mayores hipérboles son cortos, y como de allá vuelva me hará merced de advertirme de los yerros que lleva esta obra. Guarde Dios a vuestra merced
FINIS.
Impreso en
Lisboa, por
Mathias Rodrigues.
Anno 1634.