[h. 1r]Lágrimas de la nobleza.
Al excelentísimo señor don
Antonio Jiménez de Urrea,
conde
de
Aranda,
vizconde
de
Viota,
señor
del
Vizcondado de Rueda
en el
Reino de
Aragón
y en el de
Valencia, de la tenencia de
Alcalatén, varonías de
Mislata,
Benilova
y
Cortes.
Dado a la estampa por el
maestro fray
Pedro Enrique Pastor
, de la orden de nuestro padre san Agustín.
Impreso en
Zaragoza, por
Pedro Lanaja.
Año 1639.
[Grabado con motivo heráldico firmado por José Vallés, en la parte superior de la portada. ]
[h. 1v][h. 2r]Licencia del ordinario.
Nos, el
doctor
don Juan Plano del Frago
,
oficial eclesiástico y juez
de pías causas de la ciudad y arzobispado de
Zaragoza, por el ilustrísimo y reverendísimo señor don
Pedro Apaolaza, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica arzobispo de Zaragoza, y
[h. 2v]
del Consejo de su Majestad, etc. Habiendo remitido al
padre
fray Martín Diest
, del orden de San Francisco,
lector
en Santa Teología en el
Colegio de San Diego
de esta ciudad y
calificador
del Santo Oficio, que viese un libro intitulado
Lágrimas de la nobleza, sacado a luz por el muy reverendo
padre maestro fray
Pedro Enrique Pastor
,
provincial
que ha sido de la religión de san Agustín en la Corona de
Aragón, por serle muy aficionado, sin embargo de las ocupaciones que me ocurren por la enfermedad del señor vicario general, lo he visto a la letra, y de su espíritu juzgo ser hermano de los
otros dos
intitulados
Nobleza virtuosa, y
adoptivo
de su paternidad reverenda, pues siendo feliz parto de una
grandeza, disimulando la mano, no puede encubrir la voz
aa Genes.
27.
(
Vox quidem, vox Iacob est, sed manus, manus
sunt Esau
). Quien viere en tiempos tan calamitosos doce fuentes de lágrimas tan bien vertidas por la nobleza
nobles
juzgará los ojos que las vierten, que es muy de reyes y grandes señores llorar por pérdidas comunes, y no hay en que más se pueda mostrar la
piedad cristiana
y grandeza religiosa, imitando a Cristo, que viendo la pérdida de Jerusalén,
Fleuit super illambb Lucae
19.
. Y quien viere que llorando se articulan las voces con
lenguaje
tan casto, con discursos tan profundos y con tan afectuosa representación, no hará mucho en
descubrir el dueño
principal de este libro, la
nobleza
de sus progenitores y los
talentos
que Dios ha depositado en una tan
gran señora,
gloria
de nuestros siglos y asombro de los venideros. Dichoso el que da el nombre para que se saque a luz, y
yo
mil veces por haberme tocado su aprobación,
[h. 3v]
pues con eso lo he visto anticipadamente. Y conformándonos en la aprobación con el padre lector, damos la licencia que se pide, en
Zaragoza, a
6 de setiembre 1639.
El
doctor
Plano del Frago
Por mandado de dicho señor offi,
Juan Alastuey,
notario.
[h. 4r]Aprobación del reverendo
padre fray
Martín Diest
,
calificador
del Santo Oficio de la Inquisición,
lector
de Teología en el
Colegio de San Diego de
Zaragoza.
Por comisión del señor don
Juan Plano del Frago,
doctor
en ambos Derechos y
oficial
de su ilustrísima, el señor don
Pedro Apaolaza,
arzobispo
de
Zaragoza, del Consejo de Su Majestad, etc.
[h. 4v]
He
visto y leído
con cuidado y gusto el libro cuyo título es
Lágrimas de la nobleza, y parte tercera de Nobleza virtuosa, que le saca a luz el muy reverendo
padre maestro fray
Enrique Pastor
, de la religión de nuestro padres san Agustín,
provincial
que ha sido de esta Corona de
Aragón, y en
los dos precedentes
y este tercero se descubre el
caudal
y
celo
con eminencia de su
autor o autora
(que pareciendo me extraña el decir que lo ha compuesto, vengo a sentir con la voz común que quien lo es lo disimula), y ocasiona a que le digamos lo que
san Pablo
cc I Ad Thimoth. 4.
: “
Exemplum esto fidelium (hoc est nobilium) in verbo. In conuersatione noli negligere gratiam, quae in te est
”. Sin duda
la tiene copiosa , pues da y comunica estas doce fuentes,
ennobleciendo
de veras la nobleza y comunicándole el agua cristalina de sus excelentes virtudes, según lo
[h. 5r]
que dijo el
Espíritu Santo
dd Prou. 5.
:
Deriuentur fontes tui foras, et in plateis aquas tuas diuide. Así lo hace con estas aguas de doctrina para
refrigerar
las almas áridas y secas del pecado, y da a todas un día festivo y alegre, y pueden recibirle con el gozo que
Ptolomeo, rey egipcio, los
Libros de la Ley por los Setentaee Aristeus, lib. 70 interpre.
, pues en ellos hallarán los
nobles
la
reformación de costumbres, la policía y perfección cristiana, y para todos
los fieles
universalmente trata grandes materias,
útiles e importantes. El
estilo
es grave, la autoridad mucha, la erudición grande y las explicaciones, así de Escritura Sagrada como de los santos, concilios, derechos y letras humanas que alega, muy agudas y dignas de tan
alto ingenio , de su piedad y virtud, conformes a la doctrina pía y católica. Y así se debe dar licencia para que se imprima.
[h. 5v]
Así lo siento, en este
Colegio de San Diego de
Zaragoza, a
primero de setiembre de 1639.
Fray
Martín Diest.
[h. 6r]Aprobación del
doctor
don Miguel Tomás Secanilla
, del
Consejo de su Majestad en el Civil
de
Aragón.
Por comisión del ilustrísimo señor don
Pedro Pablo Fernández de Heredia Zapata y Urrea,
regente
el oficio de la General Gobernación de este
Reino de
Aragón
y
presidente
en la
Real Audiencia
de él. He leído este libro intitulado
Lágrimas de la nobleza, el cual no contiene cosa contraria ni repugnante a nuestra santa fe católica ni regalías de su Majestad, sino la
reformación y aprovechamiento
del pueblo y un verdadero dechado de cuáles deben ser los perfectos nobles. Por lo cual me parece se debe dar licencia para imprimirlo. En
Zaragoza,
1 de setiembre de 1639.
Miguel Tomás Secanilla.
[h. 6v]Don
Felipe, por la gracia de Dios
rey
de
Castilla, de
Aragón, de las dos
Sicilias, de
Jerusalén, etc.
Don
Francisco María Garrafa Castrioto y Gonzaga,
duque
de
Nochera,
príncipe
de
Castelví, de
Sila,
marqués
de
Civitasantangel,
conde
de
Soriano
y de
Espultor, de
Filogaso
y de
Nicotera, y de
Sinópoli, varón de
Tirolo
y
Valelonga, gentilhombre de la Cámara del rey nuestro señor,
lugarteniente
y
capitán general
por su Majestad en el
Reino de
Aragón. Por cuanto por parte del
padre maestro fray
Pedro Enrique Pastor
, religioso de la orden de san Agustín, residente en la presente ciudad de
Zaragoza, nos ha sido hecha relación que tiene para imprimir un libro, intitulado
Lágrimas de la nobleza, y suplicándonos fuésemos
[h. 7r]
servido de darle licencia y facultad para imprimirlo y venderlo y hacer que se imprima y venda en el presente
Reino de
Aragón; y porque, habiéndolo mandado ver y reconocer, no se ha hallado en él cosa que contravenga a nuestra santa fe católica ni buenas costumbres, antes bien con el
ejemplo
de tan grandes virtudes fervorizará a su imitación. Por tanto, por tenor de las presentes, de nuestra cierta ciencia y por la real autoridad de que usamos, deliberadamente y consulta, damos licencia y facultad al dicho
padre maestro fray
Pedro Enrique Pastor
, o a quien su poder tuviere, para que por tiempo de diez años, contaderos del día de la data de las presentes en adelante, pueda imprimir y vender, y hacer que se imprima y venda el susodicho libro y todos los cuerpos que de él quisiere en el dicho y
[h. 7v]
presente
Reino de
Aragón, prohibiendo, como prohibimos y mandamos, que durante dicho tiempo ninguna otra persona lo pueda imprimir ni vender ni hacer que se imprima ni venda, so pena de perdimiento de los libros y moldes y otros a nos arbitrarios, y con que en todos los volúmenes y cuerpos que se imprimieren haya de ir impresa esta nuestra licencia, estando primero registrada y sellada con el sello de su Majestad que está en la cancellería de esta lugartenencia de
Aragón, y no de otra manera. Y mandamos en nombre de su Majestad a cualesquiere jueces y oficiales, mayores y menores, y a otros cualesquiere ministros, vasallos y súbditos de Su Majestad en el presente
Reino de
Aragón, constituidos y constituideros, que so incurrimiento de su ira e indignación, y pena de mil florines de oro de
[h. 8r]
Aragón de bienes de los contravinientes exigideros a sus Reales Cofres aplicaderos, que la presente nuestra licencia, y todo lo en ella contenido guarden, tengan y observen tener y observar y guardar, hagan inviolablemente, sin hacer ni permitir que sea hecho lo contrario en manera alguna, si la gracia de su Majestad les es cara, y en su ira e indignación y en la pena susodicha desean no incurrir. Datado
1En el texto: “Datt.”
en
Zaragoza
a
18 de noviembre de 1639.
El
duque
de
Nochera.
Príncipe
de
Sila.
V. Mendoza Regente.
Dominus locumtenens generalis, mand. mihi Iosepho Iubero, visa per Mendoza Regentem Cancell.
In diuers. primo, fol. xx.
[h. 8v]Aprobación del
padre maestro fray
Jerónimo Marta
,
prior
del
Convento de nuestro padre san Agustín
de
Zaragoza
y
catedrático de Escritura
en su
Universidad.
Por comisión de nuestro muy reverendo
padre maestro
fray Onofre Lorenz
,
calificador
del Santo Oficio,
rector provincial
de la orden de nuestro padre san Agustín en la Provincia de
Aragón,
catedrático de Vísperas
en la
Universidad de
Valencia, comencé a
leer
con todo respeto y gusto el tercero tomo
De la Nobleza Virtuosa, que se intitula
Lágrimas de la nobleza, dado a la estampa por nuestro muy reverendo
padre maestro fray
Pedro Enrique Pastor
,
provincial absoluto
de la misma orden, el cual juzgué por aprobado, pues
descubriéndose
ya el autor, prestar nuestro
padre maestro
su nombre y poner la obra sobre su cabeza es respetar la
[h. 9r]
doctrina y aprobarla. Pero por obedecer a vuestra paternidad muy reverenda, le proseguí y hallé sobre la dulzura del
estilo, erudición de todas letras y
espíritu admirable
de su autor, que habiéndose podido gloriar tan justamente de las
dos partes primeras , ha querido encoger la mano y
recatear su nombre, con que hoy
crecen sus glorias
al paso que las ha rehusado, sin que pueda estorbar la licencia la justa emulación o envidia que puede despertar el ver que una
señora
se adelante tanto en estos siglos a los más diestros
varones , mas para
imitar la doctrina
y practicar las virtudes le juzgo utilísimo a la república cristiana, y así debe vuestra paternidad muy reverenda dar la licencia que se pide, etc. En el
Convento de nuestro padre san Agustín de
Zaragoza, a
20 de octubre de 1639.
Fray
Jerónimo Marta.
[h. 9v]Licencia
El maestro
fray
Onofre Lorenz
,
calificador
del Santo Oficio,
rector provincial
de la orden de san Agustín nuestro padre en los
Reinos de
Aragón, vista la aprobación del padre prior de nuestro
Convento de San Agustín N. P. de
Zaragoza. Doy licencia para que el
padre maestro fray
Pedro Enrique Pastor
, haga imprimir el libro intitulado
Lágrimas de la nobleza, teniendo las demás licencias que para esto se requiere, etc. Datado
2En el texto: “Datt.”
en nuestro
Convento de san Agustín N. P. de
Zaragoza, a
20 de octubre de 1639.
Fray
Onofre Lorenz,
Rector provincial.
Por mandado de nuestro muy reverendo padre provincial. El present.
Fray
Francisco García,
secretario
.
[h. 10r]Al excelentísimo señor
conde
de
Aranda
Luego que leí
estos papeles, que llegaron a mi mano del mismo mineral que los
dos tomos
de
Nobleza virtuosa y Noble perfecto, me reconocí obligado a continuar
en servicio de la nobleza
el darlos a la estampa; y advirtiendo la alteza de la
materia,
[h. 10v]
sus veras y la importancia, juzgué por la mayor darles en vuestra excelencia proporcionado amparo, para que no envidie al nacimiento de ellos el ara a que se consagran, y tenga la nobleza para enjugar sus lágrimas y recibir consuelo toda la holanda de virtudes, blanca y limpia, que en otros llora denegrida y manchada. Porque si la perfecta nobleza ha de ser en lo natural, político y moral (
est triplex fere generis consideratio, dijo
Nacianceno
ff Inuectiua ad Maximam.
), con admirable eminencia resplandecen esos
[h. 11r]
tres grados en la de vuestra excelencia. Porque la natural (digna siempre de estimación), que se hereda con la naturaleza y sangre, no pudo ser mayor ni bastara menor para tan grande príncipe, deducida del
emperador
Enrique IV
de
Alemania
por su hijo el
infante
Maximiliano
, que, siguiendo las partes del
rey
don Pedro
en
España
y coronándole con sus victorias, tomó el nombre de
Urrea
por haberla ganado y mereció que el rey le casase con su propia hermana. De este nobilísimo
[h. 11v]
principio, de sangre cesárea y real, se propagaron los
Urreas, ricos hombres de
España, de quien sus reyes han hecho tanto caso. Del
rey
don Sancho el Cuarto
heredó la Casa de Urrea el vizcondado de
Biota. El
rey
don Jaime
hizo merced a don
Ximén de Urrea
de la tenencia de
Alcalatén
con sus lugares, que son muchos en
Valencia, por haberle asistido a su conquista, siendo el primero que la acometió y el que desterró a costa de su sangre al rey y moros de dicho
[h. 12r]
castillo y tenencia. El título de
conde
de
Aranda, que ahora felizmente y por largos años goce vuestra excelencia, fue el primero en este
Reino de
Aragón, cuando solo se daban a primogénitos de reyes premios merecidos de las heroicas hazañas de sus ascendientes y justa gratificación de servicios atendidos. Sería usurparme el título de historiador cuando dedico a vuestra excelencia discursos ceñidos, y reducir a breve término el Océano relatarlos, y así le remito a los autores que con curiosidad
[h. 12v]
y verdad han dejado al mundo, solo en su clara progenie, que venerar en los rubíes de la sangre y que admirar en la nobleza.
Pero si la política consiste en el generoso proceder del noble, en orden a su rey, república, vasallos y familia, con superiores ventajas se mira en vuestra excelencia. Bien lo habrá visto su Majestad, pues en todas las ocasiones que se han ofrecido, con tanto lustre se ha desempeñado de las obligaciones heredadas, acudiendo a su servicio, así con levas de soldados,
[h. 13r]
como a lo demás que ha tenido gusto de mandarle, que referido por menor, sin la fantástica multiplicación de la lisonja, pudiera con toda verdad competir con los que ella más ha celebrado, estimando por el mayor premio haber servido. Y si para que el mundo admirara las prendas y dones que graciosamente naturaleza depositó en vuestra excelencia (de que no ha tenido ocasión de gozar ni ellas de mostrarse) no han bastado estas ostentaciones, podrase decir lo que
Tulio de Sixtio
[h. 13v]
(tan celebrado de
Séneca
por noble, virtuoso, entendido y prudente):
quicum tribunus plebis, primus inter homines nobilissimos, temporibus optimis factus esset, reliquis honoribus, non tam uti uoluit, quam dignus uiderigg In oratione pro Sixtio.
. Así lo han conocido las repúblicas donde ha tenido vuestra excelencia su domicilio, y el más claro testimonio puede dar el prudentísimo y sosegado gobierno de sus vasallos, pues desde que le comenzó a ejercitar, que fue de bien pocos años, hasta
[h. 14r]
hoy, con singular equidad, justicia acompañada de clemencia, celo de su aumento, les ha conservado en paz, sin sobresalto, y en ellos respeto de señor y amor de padre. El concierto de la familia bien arguye la nobleza de su dueño, así por lo ilustre de la sangre, a que siempre ha atendido la Casa de Urrea en sus criados, como por la moderación de sus costumbres, en que la cabeza influye.
El tercero grado de nobleza, que es la moral o teológica, y según
san Jerónimo
hh Epist. 14.
,
[h. 14v]
la verdadera, por quien se diferencia el noble del siervo (“
seruum et nobilem de moribus pronuntiat (scilicet catholica religio)
”), porque, como dice el mismo, “
summa apud Deum nobilitas est, clarum esse uirtutibus
”, me hace señas a retirar la pluma por no turbar la severa modestia y colores del rostro. Pero sálense a la plaza del mundo, con notoriedad universal, la magnificencia, piedad y religión de vuestra excelencia. Dígalo el
convento de la Seráfica de capuchinos, fundado
[h. 15r]
por ellas, en su villa de
Épila, y de la misma, el suntuoso y religiosísimo de religiosas descalzas de la Inmaculada Concepción; el de su villa de la
Alcora, en
Valencia, de religiosos del mismo Serafín descalzos; el de su villa de
Aranda
de capuchinos; y entre todos pregona estas virtudes el de
San Sebastián, de nuestra sagrada religión, en
Épila, que tan copiosamente ha ilustrado con la suntuosidad y hermosura del edificio, dotando en él la celebración de los capítulos
[h. 15v]
provinciales cuando pertenecen a
Aragón, sin otras estimables circunstancias que en presencia de muchos parecieran grandes, pero a los ojos de tanta grandeza se quedan entre líneas por pequeñas. Estas obras heroicas exteriores indicios irrefragables son de la verdadera nobleza, y de que tendrá seguro amparo en tal príncipe la que, como a su centro y legítimo dueño, ahora le busca, para hallar con la aprobación de vuestra excelencia en pechos nobles, para su felicidad, el albergue
[h. 16r]
que desea. Mire vuestra excelencia este desvelo de un
admirable ingenio
con la apacibilidad que acostumbra, materias importantes, pues no puede extrañarlas quien tan de cerca
las platica , que si se me hubiera dado licencia para ello,
sin cifra ni rebozo
dijera en el primero, segundo y tercero tomo lo mismo que el mundo ha conocido: que su único autor es la excelentísima señora doña
Luisa de Padilla,
condesa
de
Aranda, feliz
consorte
de vuestra excelencia, a cuyo amparo me acojo si este
[h. 16v]
descuido fuere culpable. Guárdeme Dios a vuestra excelencia muchos siglos para la felicidad eterna, etc.
Capellán de vuestra señoría,
fray
Pedro Enrique Pastor.
[h. 17r]Erratas.
Sigue relación de erratas
[h. 17v]Página con solo adornos tipográficos
[h. 18r][Grabado alegórico firmado por José Vallés. La Nobleza aparece como matrona sentada en un trono enmarcado en una hornacina en cuya bóveda figura la leyenda “nota e[st]apud deum et apud homines”. El trono se halla en la cima de una escalera flanqueada, de abajo arriba, a la izquierda, por las alegorías de la Fe, la Justicia, la Castidad, la Concordia y la Humildad; y a la derecha, por la Religión, la Fortaleza, la Verdad, la Obediencia y la Magnanimidad.
]
3El grabado no se conserva en algunos ejemplares.
[h. 18v][p. 1]Prólogo de la
autora.
No es el intento en esta obra
reprehender las personas, sino condenar los vicios, manifestar la fealdad de ellos y hermosura de las virtudes con autoridades de santos y sabios varones, ejemplos del dichoso fin de los virtuosos e infeliz de los viciosos (que, como dijo el
Filósofo, las palabras despiertan los ingenios, mas los ejemplos persuaden los corazones
ii Esquines
), para que, conociendo
[p. 2]
cuán bien les está, elijan el camino de los primeros, que
san Ambrosio
nos propone alegre, y un prado florido
jj In
Psal.
45
, cual el que significó
Isaac
bendiciendo a
Jacob, su hijo
kk Gene.
27
; y al contrario el de los malos: triste, y tal cual un mar lleno de mil olas que los anegan. Y esta doctrina
habla
con los imperfectos y malsanos, no con los verdaderos sabios, que son los virtuosos. Va aquí
epilogado
lo que está dividido en muchos libros, para que la materia de reformación de nobles, en que como tan importante han escrito varios autores difusamente, se pueda así
mejor comprehender. Y el intento de
los tres libros
ha sido
hacer una pintura
de un perfecto noble, componiéndole el todo y cuerpo de ella con las virtudes morales del primero, que es la
Nobleza virtuosa; el segundo,
Noble perfecto, echa
3En el texto: “hecha”.
los perfiles
[p. 3]
y retoques con las más espirituales; este tercero, por las lágrimas y representación de los vicios, es la sombra que realza y hace subir los resplandores de la figura y virtudes en los que se adornan de ellas. Si pareciere queda falta de guarnición esta pintura, seralo la
cuarta parte , no adelantándose la muerte (como suele tan de ordinario) a atajarnos el paso.
Muchas son las causas que
pudieran acobardarme
en esta empresa, pues a más de ser cosa tan odiosa el dar desengaños, lo suele ser también oír hablar en materias ajenas de la profesión del que las trata; y es muy conveniente que uno persuada lo que obra, como
osadía culpable
intentar sin fuerzas y caudal cosas grandes
4Aunque la sintaxis resulta un tanto forzada con la elipsis de “es” en el último período, las justificaciones siguientes evidencian que se enuncian aquí dos eventuales reparos distintos al hecho de que ella escribiera esta obra: ser conveniente que uno practique aquello que predica, y ser osadía emprender algo superior a las fuerzas de uno. . Lo primero no me ha embarazado, ni tendré gozo por la alabanza ni pena porque condenen los pecados estos escritos, pues
mis fines
solo han
[p. 4]
sido pretender la gloria de Dios, ocupar con provecho el tiempo y procurar desarraigar las manchas que en la más rica tela de nuestra
España
han introducido la flojedad y vicios, porque si bien obliga la caridad cristiana a desear con generalidad el provecho de las almas, parece hay justo título de vínculo más estrecho entre los que son de un propio
estado y calidad. Esta creo ha sido la causa de inclinarme a tal asunto, habiéndome Dios dado la
nobleza
por su sola liberalidad, que confieso no haber merecido. Como por ajenas de mi profesión (que es lo segundo) muchas de estas materias
5Parece que falta un verbo en esta frase. . Pero no reprobó
Alejandro Magno
las de gobierno de reinos y milicia que halló en
Homero
(antes las estimó mucho), siendo solo profesor de la Poesía, porque la Verdad tiene tanta autoridad que donde quiera la conserva
[p. 5]
y en ningún lugar que asista tenemos licencia para extrañarla, a más de que le es tan natural al hombre, dice
Tulio
ll Li. I, Offic.
, que por descubrirla se desvela en estudios, camina por tierra, surca los mares con inmensos trabajos. Y según esto, parece degeneran del ser de hombres los que están tan lejos de amarla que la desdeñan con la voluntad, aunque es objeto del entendimiento, sucediendo esto en las más importantes, cuando se oponen a las viciosas costumbres, que, como tan enconadas, sienten la herida vivamente. Admítanse, pues, las que para este fin se ofrecen aquí a poca costa, cuando con tanta se buscan las menos importantes; y como las que trato van tan apoyadas de los muy
acreditados escritores
que me las han prestado, no solo no negaré que, como la otra avecilla, me he
vestido de ajenas plumas
mm Ovidio
, mas en
[p. 6]
eso fundo el buen crédito de esta obra, queriendo más
imitar
a la abeja para componer de varios sabores el néctar de esta doctrina entre hojas de eruditos libros (que así lo dice
Lipsio
nn Lips. epis. 102
, tomándolo de
Séneca
oo Sen. Ad Lucil.
, y lo aconseja
Pedro Blesense
pp Bles. epis. 72
), como ella entre las de flores y árboles, cuyas cortezas se llaman
liber, que no a la araña, la cual de sus entrañas saca con que obrar las viles telas que teje. Y por no adulterar mis escritos con apoyos menos graves, no he buscado retóricas ni lenguaje crítico, usando
sin ningún artificio, de solo el natural, pincel para imitar la verdad el más propio. A lo tercero, digo con
Séneca
qq De beata vita
: yo no hablo de mí, sino de la virtud, y cuando digo injurias a los desordenados afectos, es en primer lugar a los míos, alabando no la virtud que tengo, sino
la que debiera tener ; que no bastó a quitar la autoridad de su doctrina
[p. 7]
a
Epicúreo,
Zenón
y
Platón
argüir los mordaces que no vivieron como hablaron, porque no pudieron negarles haber hablado bien y lo que debe obrarse. Para lo último, he considerado lo que dice
san Ambrosio
rr De Virgi.
, que así como son culpables las menores palabras ociosas, lo es también dejar de emplear los talentos o inspiraciones que Dios da. Y aunque este sea
tan corto , ayudado de su divina Majestad y puesta en Él toda la confianza, he cobrado aliento, representándoseme ser providencia particular suya (que en el modo ha sido muy conocida)
haber despertado
para esta obra a quien estaba tan lejos de pensar en ella, como todos los demás de creer pudiera acometerla; y que esto sea para argüir a los que, olvidando la autoridad de su dignidad, no dicen verdades con la libertad que les da, y aun a que les obliga, ocupar el lugar
[p. 8]
de Dios, sino tan rebozadas y vestidas de adulación que ni los que las buscan las conocen, cuanto más los que las huyen. Y si estas parecieren muchas y muy claras, crean que no son mías, sino que para
publicarlas
ha hecho Dios nuestro señor elección de tan incapaz instrumento
ss I Cor.
porque se conozca que, para confundir a los fuertes, suele manifestar a los pequeños ignorantes lo que esconde a los sabios
tt Math.
11
, y su grandeza en obrar con tales medios que no puedan ellos atribuirse nada, pues todo lo perfecto procede de su mano
uu Iacobi
I
. Parece que habla de nuestro caso el gran doctor
san Jerónimo
vv Epist. ad Principian.
, donde dice:
suele Dios, cuando los hombres faltan a lo que deben, despertar mujeres que suplan por ellos, dejándolos con esto confundidos, mostrando juntamente la poderosa fuerza de su brazo y seguridad de su providencia. Viose
[p. 9]
esto cuando en tiempo del
rey
Josías
andaban ciegos los sabios varones del Pueblo de Dios, y Él, por medio de una mujer llamada
Holda, les manifestó el verdadero camino
ww I Reg.
22, 14
; y cuando se acobardaron los israelitas, haciendo su divina Majestad caudillo de ellos a
Débora, les dio victoria de sus enemigos
xx Iudic.
14
. Por una mujer consiguió el demonio la pérdida de nuestra
Iberia española, y por otra esclava cristiana trujo Dios al conocimiento de su fe santa toda la
Iberia oriental
yy Theodoreto, lib. 1, cap. 24. Y Sozomeno lib. 2.
, porque armando nuestro común enemigo tantos lazos para introducir, por medio de
algunas mujeres , sus falsedades y engaños, toca a la divina providencia elegir otras que persuadan sus verdades, haciendo, como el verdadero y más sabio médico, triaca del mismo veneno. Y con menos socorro no pudiera yo haber
vencido la cobardía
de tomar
[p. 10]
empresa tan sobre mis fuerzas. Las faltas que se hallaren, se tengan por mías, de lo demás solo a Dios se dé la honra y gloria.
Sigue el texto, pp. 7-373
[p. 601]Al final del texto “Todo lo contenido en este libro está sujeto a la corrección de nuestra Santa Madre Iglesia Romana. FIN”.
[p. 602]Pagina con solo adornos tipográficos
[h. 1r]Tabla
[de capítulos]
...
[h. 3r][h. 3v]Con licencia. En
Zaragoza, por
Pedro Lanaja y Lamarca, impresor del
Reino de Aragón
y de la
Universidad, año
1639.
3. El grabado no se conserva en algunos ejemplares.
3. En el texto: “hecha”.
4. Aunque la sintaxis resulta un tanto forzada con la elipsis de “es” en el último período, las justificaciones siguientes evidencian que se enuncian aquí dos eventuales reparos distintos al hecho de que ella escribiera esta obra: ser conveniente que uno practique aquello que predica, y ser osadía emprender algo superior a las fuerzas de uno.
5. Parece que falta un verbo en esta frase.