[[Grabado alegórico en la parte superior de la portada: una matrona coronada con tiara sostiene en su mano derecha un crucifijo y en la izquierda una cadena que apresa un animal, aprentemente un perro o lobo, de dos cabezas; en torno a su figura hay un resplandor llameante y una cinta con inscripción latina: “ in sole posuit tabernaculum suum vincit veritas ”.] ]
Elogios de la verdad e invectiva contra la mentira.
A la majestad de Cristo señor nuestro, verdad nuestra.
Compuesto por la excelentísima señora doña Luisa María de Padilla Manrique y Acuña, condesa de Aranda.Dado a la estampa por el maestro fray Pedro Enrique Pastor, de la Orden de San Agustín.
Año de 1640.En Zaragoza, por Pedro Lanaja[Abajo, el nombre del grabador:] Hieronimus Aguesca fecit.
Licencia del ordinario
El doctor don Juan Plano del Frago, oficial eclesiástico y juez de pías causas de la ciudad y arzobispado de Zaragoza, por el ilustrísimo y reverendísimo señor don Pedro Apaolaza, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, arzobispo de Zaragoza, del Consejo de Su Majestad, etc. He visto con todo cuidado este libro que mi señora la condesa de Aranda ha escrito en elogios de la verdad. Quedo asegurado que también lo fue de su excelencia [h. 2v] el que se estampó el año pasado con título de Lágrimas de la nobleza, y que uno y otro son hermanos de los que el padre maestro fray Enrique Pastor dio a los moldes con nombres de La nobleza virtuosa y Noble perfecto, dichosos hijos de tan gran señora, feliz parto de grandeza tanta. Y cuando este saliera como los otros, disfrazado, ¿quién no lo conociera por de su excelencia?, que decir elogios a la verdad, cuando está tan congojada y a las puertas de su esclavitud, ¿de quién podía ser sino de mi señora la condesa de Aranda?; ni menos brazos, ¿cómo pudieran sustentar fábrica de tanto peso ni asunto tan peligroso? Todo está muy conforme a nuestra religión cristiana, muy lleno de enseñanza para reformación de las costumbres de tiempo tan calamitoso. El docto hallará erudición; observancia de estilo, el entendido, y todos, suma dulzura; la mentira, el castigo [h. 3r] que merece, y nuevos lustres la verdad, con tan elocuentes elogios, muy dignos de la estampa. Y así, doy la licencia que se pide. En Zaragoza, a 6 de diciembre 1640.Aprobación
Por comisión del excelentísimo señor duque de Nochera, príncipe de Sila, virrey y capitán de este Reino de Aragón, he visto este libro intitulado Elogios de Verdad e invectiva contra la mentira, compuesto por la excelentísima señora doñaLuisa María de Padilla, Manrique y Acuña, condesa de Aranda, en que nada hallo que censurar, y que admirar, todo, pues en él se verifica lo que dijo Plinio en sus epístolas: “Nihil est quod discere velis, quod ille docere non passit”. Y así diré lo que Séneca, epístola 45: “Indulgentiae scio esse non iudicii”, pues el habérmelo remitido vuestra excelencia parece ha sido más por hacerme favor que lo leyese que necesidad de mi juicio para que lo aprobase ( “ipse igitur per se loquetur” ), teniendo en sí mismo su aprobación, [h. 4r] calidad que pide san Ambrosio en sus libros. En los tres que ha escrito mi señora la condesa, la Nobleza Virtuosa, Del noble perfecto y Lágrimas de la Nobleza, estaba cubierta la verdad de su autor, si bien la elegancia del estilo, el modo de pensar tan extraordinario y lo raro del ingenio que descubría nos daban señas de su autor, y las más ciertas su vida ejemplar , que es el verdadero libro y espejo de la nobleza virtuosa. En este, como se trata de los Elogios de la Verdad, no fuera bien encubrirla en quitarle uno de los mayores que recibe de la mano que lo escribe. Y si bien en él se define la verdad diciendo “es lo que tiene ser”, hoy le recibe nuevo de su autor pintada, no con los pinceles de Protógenes ni Apeles, sino con los de sus heroicas virtudes, tanto más vivos cuanto exceden los del alma y del entendimiento a los humanos. Pero si la verdad es, como en él se dice, generosísima de casta real, antigua nobleza y solar, ¿en quién mejor se pudiera hallar ni quién la describiera que quien nació con las mismas calidades de que ella se ilustra? [h. 4v] Y si aquella la llamó Aulo Gelio, libro 12, hija del tiempo y de la memoria (o como otros dijeron, de la fama), para eternizar la de su autor, advertida de lo que dijo Plinio, lib. 2, epist. 7, “Cum denegetur diu viuere relinquamus aliquid quo nos vixisse testemur”, parece quiso dejar estos escritos para eternizar la fama y su memoria en los siglos venideros. En todos será muy útil la enseñanza de este libro, sin que en él haya cosa contra las regalías de su majestad, y así me parece debe dar vuestra excelencia la licencia que se pide para que se imprima.Don Felipe, por la gracia de Dios rey de Castilla, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, etc.
Don Francisco María Garrafa Castrioto y Gonzaga, duque de Nochera, príncipe de Sila, marqués de Civitasantangel, conde de Soriano y de Espultor, de Filogaso, de Nicotera, de Sinopoli, varón de Tirolo y de Valelonga, gentilhombre de la Cámara del Rey nuestro señor, caballero de la insigne orden del Tusón de Oro, lugarteniente y capitán general por su majestad en los reinos de Aragón y Navarra. Por tenor de las presentes, de nuestra cierta ciencia y real autoridad, de que usamos deliberadamente y consulta, en nombre de su majestad damos licencia, permiso y facultad para poder imprimir y vender, y hacer que se imprima y venda en el presente Reino de Aragón y en cualquiera parte de él un libro intitulado Elogios de la Verdad e invectiva contra la mentira, compuesto por la egregia doña María Luisa de Padilla, Acuña y Manrique, condesa de Aranda, sin incurrir por ello en pena alguna, por cuanto tiene la misma licencia y aprobación del ordinario de esta ciudad y diócesis de Zaragoza, y que, habiéndolo mandado ver y reconocer, no se ha hallado en él cosa contra las regalías de su majestad y buenas costumbres; prohibiendo, como prohibimos, por tiempo de diez años, contaderos de la data de las presentes en adelante, ninguna persona de las que no tuvieren poder y permisión de la dicha condesa [h. 5v] lo pueda imprimir sin licencia de su majestad, nuestra o del que presidiere en la Real Audiencia de este reino, pena de mil florines de oro de Aragón a sus reales cofres aplicaderos y de que tengan perdidos los moldes de la impresión y los libros que se hubieren impreso. Por lo cual ordenamos y mandamos en nombre de su majestad a todos sus ministros y oficiales mayores y menores en el presente Reino de Aragón constituidos y constituideros, y otras cualesquiere personas sujetas a nuestra jurisdicción, que en lo sobredicho no pongan estorbo ni dificultad alguna, si la gracia de su majestad les es cara, y demás de su ira e indignación, en las penas arriba impuestas y otras a nuestro arbitrio reservadas desean no incurrir. Y así mismo mandamos que la presente licencia se imprima en el principio de cada volumen de los dichos libros. Testimonio de lo cual mandamos se despache en forma de cancellería y que se selle con el sello común de su majestad que está en ella. Dato en Zaragoza a 7 de diciembre de MDCXL.El maestro fray Pedro Enrique Pastor. Al lector.
Con más gusto doy a la estampa este tomo de las Excelencias de la Verdad, entretanto que se dispone el cuarto , que los otros tres de la Nobleza, porque en aquellos no se permitió decir el nombre descubiertamente de su autora, y en este la misma verdad, que aun disimulaciones [h. 6v] humildes no admite, ha obligado a que se diga que es la excelentísima señora condesa de Aranda, doña María Luisa de Padilla, Acuña y Manrique ( lustre de la nobleza , primera maravilla de mujeres, lisonja de la sabiduría, emulación de los varones heroicos) milagro de la naturaleza. Con que el mundo quedará certificado de que en todas las edades y siglos obra con admiraciones, que, como dijo SénecaaErratas
[Sigue la relación de erratas]Tabla de los capítulos que contiene este libro
[…]Dedicatoria de la autora o más verdaderamente, instrumento de esta obra, al mismo autor de ella, de la nada al todo, de la criatura a su criador, Cristo, verdad eterna y solo digno protector de esta virtud, que será elogio primero de ella.
Considerando yo, Majestad infinita, cuánto más propiamente puede decirse por vos lo que a su césar el romano Valerio, [p. 2] que los que en vuestra presencia osan hablar ignoran vuestra grandeza y los que a esto no se atreven no conocen vuestra bondad, reverenciando aquella y confiada en esta, digo con Abraham: “Hablaré a mi Dios y señor, aunque soy polvo y ceniza”b[[En el reverso de la p. 639, sin numerar:] ]
Este libro, como los tres de Nobleza virtuosa, sujeto a la censura de la Santa Madre Iglesia; y si en cualquiera de ellos se hallare palabra que se aparte del sentir de ella (solo verdadero), desde luego la retracto y confieso por ignorancia.