Vida de la seráfica madre santa Clara,
que escribía sor Mariana Sallent ,monja profesa en el religiosísimo Convento de Santa Clara de la ciudad de Borja.
Dedicada al santo Cristo del coro del mismo convento y, en esta segunda impresión, al ilustrísimo y reverendísimo señor don fray Antonio Folch de Cardona , arzobispo de Valencia , del Consejo de su majestad, etc.
Con licencia, en Valencia, en la imprenta de Francisco Mestre. Año 1703Al santo Cristo del coro
La vida, Señor, de vuestra esposa Clara busca en la fiel ternura de los pechos altar piadoso al venerable culto de sus heroicas virtudes. Hoy pretenden las lealtades de mi amor desarmar de lunares el olvido. Este sencillo, humilde desahogo de mi afecto, a quien ni contrastaron sutiles vanidades del aplauso ni acobardaron críticas severidades de la censura, solo aspira a la feliz ambición de alcanzar número entre las reverentes [h. 2r] ofrendas, que penden afortunado holocausto de mi adorada Madre . Por vos, crucificado autor de las finezas, ardió dulces incendios el corazón de Clara. Por vos convirtió en gloria los tormentos el hidrópico afán de sus fervores. Y a vos, Señor, se acoge hoy un sacrificio que, a méritos de la elección, siquiera confía que no desdeñará sus benignas aceptaciones vuestro divino amparo; pues cultos que dedica la gratitud a vuestra tierna esposa, deuda son legítima de vuestros pies y apacible soborno de vuestras piedades.Al Ilustrísimo y reverendísimo señor don fray Antonio Folch de Cardona , arzobispo de Valencia, del Consejo de su majestad, etc.
Ilustrísimo y reverendísimo señor. Señor: Este papel, que aún no puede llamarse libro, tiene la noble vanidad de buscar la sombra del grande nombre [h. 3r] de vuestra señoría ilustrísima para su esplendor: perdónele vuestra señoría ilustrísima el atrevimiento, que hay delitos que, por bien nacidos, se equivocan con el mérito. ¿No sería agravio de la razón y queja de la justicia, que habiendo de salir a luz esta métrica noticia de la vida de la admirable virgen santa Clara, dejase de honrar su frente la alta dignidad de quien, por religiosa profesión y devoto afecto, es hermano suyo en espíritu? La grande primogénita del serafín de la Iglesia llevose siempre todos los cariños del padre, y quedó heredada en el derecho [h. 3v] sobre todos sus hermanos: ¿cómo podía negarle cualquier obsequio, singularmente quien, como vuestra señoría ilustrísima ha sido dignísimo sucesor del portentoso patriarca en la primera representación de su gravísima y dilatadísima familia de España e Indias? Antes temeré que vuestra señoría ilustrísima se enoje de que parezca querer persuadirle verdad tan sentada en su ánimo.De la señora sor Teresa Sallant , hermana de la autora y religiosa en el mismo convento de Santa Clara.
Endechas endecasílabas
Ya,
Mariana
mía,
que llega a percibir
plácidamente el orbe
acento grave
en cítara sutil.
Ya, que el primor dichoso
de tu
diestro buril
forja elegante estatua
a la
deidad seráfica de Asís .
[h. 7r]
Ya, que rondas un sol,
que en auspicio feliz
luz mereció llamarse
en el lóbrego claustro de carmín.
Ya, que
esparces fragancias
de aquel casto
jazmín,
que hermosa maravilla
floreció de Espoleto en el pensil.
Ya, que cantas a quien
con
garbo varonil
brumó su planta invicta
los brillantes hechizos del ofir.
Ya, que pautas la vida
del cándido adalid,
cuya milicia escala
las murallas eternas de Zafir.
[h. 7v]
Ya, que aplaudes aquella
que a rayos de un viril
término puso infausto
a locas esperanzas de una lid.
Ya, que el verdor celebras
de la frondosa vid,
cuyos vástagos dulces
tienen solo al Olimpo por confín.
De mi amante ternura
oye una vez y mil
debidos parabienes
que el gozo ha reservado para ti.
Pero dejo este obsequio
a quien sabrá medir
primores
de tu pluma
a sonoros compases de clarín.
Del reverendísimo padre maestro fray Tomás González del Campo , monje cisterciense en el Real Monasterio de Veruela, lector de teología de la cátedra de prima en su Colegio de San Bernardo de la ciudad de Huesca.
PROGRAMADel mismo
Soneto acróstico, cuyas últimas voces forman laberinto.
Minerva
eres y olorosa acanto,
Astro de erudición en lo brillante,
Río en lo claro, limpio y abundante,
y cisne airoso en su final quebranto.
A
Clara
resucitas, que con manto
Negro el olvido cruel, el siglo errante
Apagaban fulgores de diamante,
Sombras funestas de marmóreo canto.
A inmortales memorias eternizas
La virtud más heroica, en vida rara;
Llamas sacas de pálidas cenizas.
Eterna vida da tu pluma a
Clara
Noble , porque a tu madre solemnizas
Te venera el respeto, y ARA PARA
A la señora sor Mariana Sallent y su dulcísimo numen . Del reverendo padre fray José Antonio de Hebrera , predicador general, ex definidor y cronista de la santa Provincia y del nobilísimo reino de Aragón, y ex secretario general del Orden de Nuestro Padre san Francisco.
Romance
¡Oh tú!, del
Pindo
más sacro
discreto espíritu noble,
águila real
que apuras
en una luz, muchos soles.
[h. 9v]
¡Oh tú!, de tu
Clara
madre
sonoro clarín
acorde,
que eternizas sus prodigios
con el alma de tus voces.
¡Oh tú!, de nuestro terreno
parto, envidiado
del orbe,
dando al
mexicano asombro 1Referencia a sor Juana Inés de la Cruz
divinas emulaciones.
¡Oh tú!,
religiosa Pafos ,
cuyo entusiasmo compone
distancias de los sentidos
para ver lo que se oye.
Inspírame tú, pues eres
del
obelisco bicorne
tú sola, los nueve influjos,
mas con influjos mejores.
[h. 10r]
Nada sin ti en tus aplausos
podrá mi
numen informe ,
con que es preciso, en tu obsequio,
que tus auxilios implore.
No hiperbólico me juzgue
sino quien no te conoce
ni sabe que a cada
acento
tuyo un pasmo corresponde.
Si por el proto-romance
que escribió
Mendoza
el bronce
temió que le apurarían
sus minas para su nombre,
cuantos tu romance
vean
¿qué
dirán, eh? que se esconden
de estos y los otros siglos
los inmortales padrones.
[h. 10v]
Escribió aquel de la luz
todo un cielo de esplendores,
y tú de
Clara
en la vida
las once esferas encoges.
No sé yo si será
elogio
decirte que andáis conformes:
a las obras me remito
y los
críticos
perdonen.
Sea el
laurel
a tus sienes
quien deba las presunciones
sin pensar que son sus ramas
dignas de que te coronen.
Y calle, en fin, con tus coplas
la arrogancia de los
hombres
y la razón, no el obsequio,
las confiese superiores.
[h. 11r]Yo, que tu numen aplaudo
y tus nuevas locuciones,
temo decir que comprendo
el alma de sus primores.
Vive
inmortal
y la fama
pierda el crédito de noble,
si ya en los aplausos tuyos
su dulce clarín no rompe.
Y su
seráfica madre 2Referencia a santa Clara
premie en sagrados favores
lo que en
conceptos sutiles
en gloria suya compones.
Don José Lupercio Panzano y Ibáñez de Aoyz, del consejo de su majestad, y su secretario en el Supremo de Aragón, hizo a la poetisa en el anagrama de su nombre la décima siguiente y, en su elogio, el soneto que va después.
Décima
Anagrama de
Sallén
es de
llenas
la palabra,
que tu propio nombre labra
tu propio elogio también.
Por eso llenas se ven
coplas
tan puras, tan buenas,
tan airosas, tan amenas,
tan claras, tan sin errores,
todas llenas de primores
y todas de aciertos llenas.
Soneto
Como la luz del sol, que si dispara
toda la esfera en resplandor al orbe
sin que la sombra por tenaz le estorbe
en su misma contienda se hace
Clara,
así tu
ingenio
en apurar la rara
luz de tu
Clara
luz, que a rayos sorbe
piélagos de esplendor (por más que encorbhe
su bollado cristal) más se declara.
Si ángel fue
Clara, que en la esfera suma
rodeó el propiciatorio en sus confines,
de custodia de Dios
Clara
presuma
y, unida a quien la aplaude en altos fines
velando entrambas con mullida pluma,
catre ofrezcan al sol dos querubines.
Don Jerónimo Torrijos y Virto, secretario del rey y veedor por su majestad de los presidios de Aragón, por obedecer a la poetisa dice lo que entiende en estas
Octavas
Mandas que mi silencio fíe al labio
su tarda voz, absorto a tanta obra,
donde lo dulce pugna con lo sabio,
y el idioma está
puro
sin zozobra.
Describir nadie puede sin agravio
tal numen y
mi juicio
está de sobra,
mas ¿cuál podrá bastar, si en tal conquista
toda el alma se estrecha con la vista?
Del
tracio 3Referencia a Orfeo
se retire el instrumento
al cóncavo profundo, en dulce olvido,
y escuche
el orbe todo
su concento
a golpe de
elocuencia suave
herido:
que inspiración sagrada
noble aliento
de elegante clarín ha reducido
hechos de
Clara, glorias excelente,
a números de luz más permanentes.
[h. 13r]
Calle
Talía
y oiga sin agravios
tu voz, reverenciando sus primores.
Todo su ministerio dé a tus labios,
toda su fama dé a
tus esplendores
si en tus escritos los
conceptos sabios,
sirven el fruto sin ajar las flores
debiendo a los raudales de tu vena
fecunda vid
en campo de azucena.
De
eterno bronce
pórfido bruñido
láminas te consagre la memoria,
pues de hoy más reveladas al olvido
vivirán las noticias
de esta historia,
y las hebras de luz con que has tejido
la
guirnalda de Clara
y su custodia
las anude la
fama
en su turbante
eternizadas
líneas de diamante.
Si por los golpes del pincel se arguye
a la mano que anima el movimiento,
siendo el primor o el yerro quien construye
por el ejemplo todo su argumento,
dime,
beldad sagrada , ¿quién te
influye
ese rasgo historial, nuevo concento,
si el vuelo de tu pluma se ha excedido
confusión de la vista y del oído?
[h. 13v]
Tan
vivas
las facciones representa
ese
docto pincel
que al mundo llama
a rasgos de elocuencia cuando inventa
copiar del sacro amor pura la llama,
y tantos más incendios acrecienta
que lo visible en lo imitado inflama,
dando tal fuerza a todas sus verdades
que hasta en las sobras muestra realidades.
Todas cuantas explicas perfecciones
son
trasunto fiel
de
Clara
bella,
o ya del cielo ocupe las mansiones
o ya del firmamento alumbre estrella
y óptica de su luz en atracciones
de sacro vuelo observa débil huella,
aún su espíritu abultas y, aplaudido,
del alma la
armonía
haces sonido.
Primero a ti del esplendor del día
el sacro
Apolo
te ilumine, en tanto
que te jure
deidad , nueva
Talía ,
y al inmortal peñasco eleve tanto
que
escuche el orbe
solo tu armonía
teniendo en
Clara
un trofeo santo
que envidia dé y ejemplo a las edades
y viva con tu fama eternidades.
Don Francisco Bolello de Moraes y Vasconcelos, a la dulzura con que la señora poetisa se desempeña en este romance.
Soneto.
Elevada al empíreo
Clara
santa
se unió a su amante en solio de astros hecho,
si blanco cielo la hostia era a su pecho,
hollado el cielo ofrenda es a su planta.
¡Mas, ay, que el cuerpo o velo, que fue a tanta
grande alma prisión dulce en nudo estrecho,
yace en la tierra pálido y deshecho
por filo atroz, que lo vital quebranta!
Sentía
el alma (aunque alto bien resuma)
que al santo cuerpo amarillez lo asombre
y no ascienda como ella a gloria suma.
Mas ya el cielo, por darle igual renombre,
trazó en las
suavidades
de tu
pluma
eternidad dulcísima a su nombre.
El doctor don Francisco Antonio Sallent , canónigo, capellán de su majestad en la iglesia de Borja, comisario de la santa cruzada y examinador sinodal del obispado de Tarazona responde a su hermana en este
Romance heroico.
Mal,
Euterpe canora
del Ibero,
tu noble rasgo
a mi
cariño fías,
porque para censura tan delgada
tiene dulce el amor ciega la lima.
Mal llegará el afán de mi cuidado
al ilustre
sudor
de tu fatiga,
que hace bronco el sonido de mi leño
la
hechicera dulzura
de tu lira.
Cada vez que incansable me arrebata
el ansia de escuchar tus melodías,
en el piélago
dulce
de tu
gloria
lo que empieza milagro acaba envidia.
[h. 15r]
Cada vez que el deleite de los ojos
traslada al corazón suave armonía
del pulsado blasón de tu instrumento,
raya en solo el aplauso la noticia.
Tan cultamente
tierna
imprimir sabes
amores de tu madre esclarecida
que
el pecho
que se niegue a tu elocuencia
le costará al cincel vana porfía.
Tan faustamente venerada al orbe
publicas la
deidad sacra 4Referencia a santa Clara
de Umbría
que parece nacieron tus conceptos
en la
cuna dorada
de la dicha.
De mover riscos, de parar corrientes,
desluces alabanza peregrina,
tanto, que a vista de tu
plectro ufano
los primores del
tracio 5Referencia a Orfeo
son ruïnas.
De dar aliento a mármoles helados,
gallarda emulación
mueves a
Fidias ,
tanto, que el simulacro de sus llamas
a vista de tu luz duerme ceniza.
No es mucho que tu
numen abrasado ,
buscando la espumante monarquía,
[h. 15v]
busque de
Asís
la deliciosa playa,
que donde quiere amor, allí respira.
No es mucho que en el
valle de Espoleto,
eco a tu voz responda la alegría,
si reverdece en fértiles fragancias
tu hermosa
Tempe
su mejor delicia.
¡Oh, la
délfica llama 6Referencia a Apolo
brilladora,
fecunda inspiración, siempre divina,
en tu
florida sien
nunca marchite,
triunfante ramo de beldad esquiva!
¡Oh, siempre para honor de madre tanta
en tu
diestra elegante , cuando escribas,
volátil
Jove 6Referencia a Júpiter
se desarme pluma
y fresco
Pindo
se derrame tinta!
A la gloriosa virgen santa Clara, en aplauso de la obra y su autora. Por don José Orti, secretario del reino de Valencia y de su estrenuo brazo militar, doctor en ambos derechos.
En la impresión que se hizo en Valencia
Romance Heroico.
Pendan, divina
Clara, en tus altares,
ricas preseas de esta
ofrenda digna,
que solo de milagro la desmiente
el ser
prodigio
quien te la dedica.
Ardan, en reverencia de tu templo,
las luces de este
ingenio , que, divinas,
el
celo ardiente
con que las pronuncia
alumbra el
esplendor
de quien las dicta.
Suban fragantes humos por aromas
de estas amantes flores que, lucidas
[h. 16v]
de la hoguera del pecho en que se abrasan,
exhalados alientos se respiran.
Lleguen por sacrificio de tus aras
raudales de Elicona
cristalina,
que dulce vena cándida las bañe
sin que sangrienta púrpura las tiña.
Y, en fin, ocupe de tu altar el trono
por tu más
viva imagen
esta vida
que hasta el alma te copia, pues, sin duda,
tu espíritu le diste al influirla.
Y pues
templo, ara, trono, altar e imagen
te construye esta
heroica poetisa ,
que en lo que supo
retratarte
madre,
muestra lo que sabrá imitarte hija.
Deja que al
sacro templo
de tu libro
en mi breve oración rendido
diga
que en
estos cultos
que le ofrezco invoco
para su aplauso su
elocuencia
misma.
Sin que de tosco adufe el
rudo acento
de su plectro destemple la armonía
pues voces que a sublimes aras suben
las más
humildes
llegan las más finas.
[h. 17r]
Oh tú,
heroico prodigio , que de
Clara
cantas con tal
primor
las maravillas
que, al querer numerar las que refieres,
se ha de contar por otra el referirlas.
Si entre
las nueve 7Referencia a las musas
del castalio coro
no te numeran, es porque se admira
que a lo que en ti se leen realidades
las ideas no igualan de fingidas.
Mas qué mucho, si
espejo soberano
de otra fuente más clara y peregrina
cristal de reflexión , esparces luces
que copiadas primero en ti se miran.
Que bien ocupas, elevado, el coro
de
seráfica ardiente
jerarquía,
si el amante esplendor con que te inflamas
las mismas luces son con que iluminas.
¡Oh
alado serafín ! Qué bien supiste
la brasa de ese altar en donde habita
con
lucida pluma, trasladarla
al labio de quien
lee
tu doctrina.
Permite, pues,
Marianaprodigiosa
que en
Valencia
tu libro se
reimprima
[h. 17v]
porque
cisnes
del
Turia8Referencia al lugar de la segunda edición de Valencia. , ufanos, canten
lo que del
Ebro9Referencia a la primera edición en Zaragoza sabia musa
escriba.
Que si es
Guadalaviar
el de aguas claras,
sean, cuando tus obras se repitan,
de la
cándida voz , plumas los cisnes,
de los rasgos de luz,
cristal la tinta.
Del doctor Jacinto Matoses , beneficiado en la metropolitana iglesia de Valencia, y examinador sinodal de su arzobispado, en alabanza de la autora, escribía esta
Décima.
Tu
lira cede armoniosa
a la que con mejor lima
vino en uno y otro rima
del otro mundo ingeniosa.
De
Mendoza
alma gloriosa
hoy la tuya se repara
con
imitación tan rara
de tu madre en los desvelos
que es tu caudal de los cielos
como tu
humildad
de
Clara.
Don José Periz de Pery, en elogio del nombre de la señora sor Mariana Sallent, forma este laberinto.
[Grabado de laberinto. ]Cuando a
Marianaescuchas
de la fama en el renombre
si
oyes
una vez su
nombre
su voz se repite muchas.
De las que
miras
escritas
doscientas sesenta fiel
hallarás en el papel,
pero en el bronce infinitas.
Del mismo, este romance
Grande,
ilustre
poetisa,
cuyas prendas relevantes
el bronce ,cavado, informe,
publique, esculpido, el jaspe.
Alto honor
de esta Corona,
pues le dan tanto realce,
vuestras prendas generosas,
como sus barras reales.
Gran
Minerva
de
Aragón,
mejor que la que, triunfante
de
Neptuno , impuso a
Atenas
sus insignias literales.
[h. 19v]
Cifra de las
nueve musas ,
cuya
pluma
es
admirable
arcaduz, por quien respiran
sus nueve acentos suaves.
Claro honor de las
mujeres ,
de los hombres docto ultraje,
pues pruebas que no el sexo
de la inteligencia parte.
Mayorazgo
hija del sol ,
que de sus rayos flamantes
por gozarles tan de lleno
logras sus actividades.
Maestra
de capilla, que
con tus
medidos compases
haces señal a las musas
de que entonen, o que pausen.
[h. 20r]Sibila
del
Moncayo,
patrio suelo,
esparcir
sabes
la
doctrina, que las otras
veneraron las edades.
Heroína
de este siglo
que con tu
terso lenguaje
viertes flores de
Amaltea 10Ninfa nodriza de Zeus.
de quien liba amor panales.
Noble
asunto de la fama
para quien hace que afanes
de la fragua de
Vulcano
nuevos clarines os labren.
El eco de vuestro
nombre,
que llega a
lo más distante,
medias sílabas responde
desde mis concavidades.
[h. 20v]
El
imán
de vuestras prendas
mis muchos yerros atrae,
con apacible violencia
siguiendo su norte afable.
De aquí de
Valencia
enciendo
aromas a vuestra imagen
y, en este apacible clima,
templo os erijo y altares.
Desinteresado os
busco
que el afecto que os aplaude
si celebra lo extendido,
no lo lisonjea lo grande.
Porque ¿para qué, señora,
en distancia tan notable,
habrán vuestras grandes prendas
menester mis humildades?
[h. 21r]
Pero donde de
mi patria
la dulce afición me hace
apartarme del asunto
y del intento alejarme.
Vuelva, pues, segunda vez,
el discurso a recobrarse
y del hilo del discurso
los dos rotos cabos ate.
Digo, pues, que no es mi intento,
Señora, más que
postrarme
a vuestras plantas, que en esto,
las distancias no equivalen.
Don
Francisco Antonio
es
vuestro hermano, pero calle
mi voz, que, dicho su nombre,
no hay alabanzas capaces.
[h. 21v]
Este, pues, cuyos favores
grabados en el diamante
del alma, como su efigie,
vivirán en mí inmortales.
Me franqueó vuestro libro,
y, con usura admirable,
fue el crédito de
leerle
obsequio de
restamparle:
porque se vea que sois
quien con celo infatigable
solicita que los triunfos
de
Clara
más se dilaten.
Yo, pues, por esto movido
de un influjo dominante
de resistir imposible
y de ejecutar no fácil,
[h. 22r]
con
pluma tosca
os escribo
en alas de
papel frágil,
porque conceptos ligeros
se puedan echar al aire.
Y venciendo la distancia
por que suele a lo más grave
la gloria de un pensamiento
dar dotes de agilidades,
a la
dichosa región
llego, donde las señales
de vuestras plantas me avisan
que allí mis labios estampe.
Aquí estoy a vuestros pies
por medio de estos
cobardes
rasgos, que son postdatarios
del afecto que en mí arde.
[h. 22v]
De nada puedo serviros,
Señora, porque soy nadie,
mas quizá por
aplaudiros
podré aspirar a ser alguien.
Hacedme tan señalado
favor que, de aquí adelante,
pueda de vuestro criado
en el número contarme.
A la señora sor Mariana Sallent, en veneración de su espíritu poético y devoto .
Don José Monflorit y Paniagua, de edad de catorce años muestra las tempranas flores de su ingenio en este
Soneto.
¿A qué alta cumbre tu
elegante vuelo ,
honor del
Pindo , asombro de la fama,
puede aspirar en la segunda llama
que exhale el numen de su ardiente celo?
Si tan
sublime, en el primer desvelo
esplendores la pluma así derrama,
que a la más
Clara
luz, de luz recama,
a más no puede ya llegar su anhelo:
Por nueve cauces de otras tantas musas
difunde los raudales
Elicona 11Referencia al monte Helicón. ,
pero rica tu vena en sí eslabona
caudales de corrientes más difusas.
Y sin duda su aliento forma
Apolo
en las doradas
minas del Pactolo.
Al mismo asunto del mismo.
Décima.
De las
nueve
eres el cero,
oh musas, oh maravillas,
y
alado espíritu
brillas
de los de coro primero;
con que tu numen prefiero
en su elevado blasón
a cuantos de
Apolo
son
glorioso timbre ; porque
en cuanto
escribes
se ve
la letra de admiración.