Obras poéticas,
que a diferentes asuntos ha escrito doña Teresa Guerra, natural de la Villa de Osuna y vecina de la ciudad de Cádiz, que, a persuasiones de sus apasionados, saca a luzy las consagra a la protección de la Excelentísima Señora doña Francisca Bibiana Pérez de Guzmán, Duquesa de Osuna, Condesa de Ureña y de Pinto, Marquesa de Peñafiel, Caracena, Frómista, etc.
En Madrid.Véndese en la librería de Fernando Monge, enfrente de las gradas de San Felipe el Real.
A la Excelentísima Señora, mi señora, Doña Francisca Bibiana Pérez de Guzmán, Duquesa de Osuna &c.
Si es condición precisa del sacrificio para que logre aceptación lo voluntario, también es verdad, Señora Excelentísima, que me- [h. 2v] rece mucho más en la ofrenda la voluntad obligada a consagrarla. Venciendo mi natural debida resistencia, me faltara aliento para dar a la estampa la que, siendo efecto de mis ocios, tan pequeña obra, es ya la mayor causa de mi fatiga, si no fuera considerando que asegura su breve compendio en manos de Vuestra Excelencia lo digno que no pudo conferirle mi mano por defecto del arte y el ingenio. Débil fruto es de la dichosa tierra (que a Vuestra Excelencia, señora y digno dueño aclama), con que ofrecerle yo ahora por tributo, [que,] aunque pueda parecer electivo, es [h. 3r] en mi obligación dos veces necesario: la primera, sentaré por dichosa, y no menos la segunda, pues va a mano tan Buena 1Alusión a la estirpe nobiliaria de Doña Bibiana: Guzmán el Bueno. , que en ella, sin adulación, podrán ciertamente mis yerros lucir, cuando en la otra, si no mejor, tan Buena mano del ascendiente de Vuestra Excelencia glorioso, se vio lucido un hierro ser confusión del bárbaro: crédito que dejó en su Casa la lealtad por finca, honroso lustre de nuestra religión, prueba nunca vista de la fidelidad y, finalmente, diamantino cincel, que en permanentes bronces grabó con el esmalte de nativos carmines un [h. 3v] trofeo de glorias inmortales. En estas ruego a Dios prospere a vuestra excelencia. Cádiz y julio 8 de 1725.Aprobación del bachiller Don Diego de Torres y Villarroel , profesor de Filosofía y Matemáticas y substituto a la Cátedra de Astronomía en la Universidad de Salamanca, etc.
Mándame vuestra merced que lea unas Poesías de una señora, natural de Osuna y vecina de Cádiz; y habiéndolas repasado, hallé demostrada la verdad de ser unas y de una, porque no he visto otras ni otra. Más de tres veces las recorrí y cada palabra repetida desacreditaba aquel común adagio, pues en su repetición encontraba nueva dulzura mi deseo lo que en otra cadencia fuera fastidioso trago; siendo así que ha muchos días, créame vuestra merced, que miro con aborrecimiento este linaje de estudio, pues ni a mis versos les basta la recomendación [h. 4v] de proprios para que los deje de mirar sin asco.Licencia del Ordinario.
Nos, el doctor don Cristóbal Damasio , Canónigo de la Insigne Iglesia Colegial del Sacro Monte Ilipulitano Valparaíso, extramuros de la ciudad de Granada, Inquisidor Ordinario y Vicario de esta villa de Madrid y su partido etc.: Por la presente, y por lo que a nos toca, damos licencia para que se pueda imprimir e imprima el libro intitulado Obras poéticas a diferentes asuntos, escrito por doña Teresa de Guerra, natural de la villa de Osuna y vecina de la ciudad de Cádiz. Atento que de nuestra orden se ha reconocido y no contiene cosa que se oponga a nuestra Santa Fe Católica y buenas costumbres. Dada en Madrid a 14 de mayo de 1725.Censura del licenciado don Francisco López Bechio de Aro , abogado de los Reales Consejos.
Muy Poderoso Señor. De orden de Vuestra Alteza he visto el libro intitulado Obras poéticas que a diferentes asuntos escribió doña Teresa de Guerra, natural de la villa de Osuna y vecina de la ciudad de Cádiz. Desde su primer palabra ostenta el título la hermosura de esta obra, cuya admirable artificiosa variedad quiere de justicia la pulcritud, que se tuvo solo por gracia del universo aEl que el nombre pare u corra
en la tinta se concibe:
con la que es oro se escribe,
con la que es carbón se borra.
Fe de erratas
[...]Suma de la tasa
Tasaron los señores del Consejo a seis maravedís cada pliego, como más largamente consta de su original, despachado en el oficio de don Baltasar de San Pedro Azevedo, a que me remito.Don Joseph Antonio Mallén persuade a la poetisa en los siguientes versos que permita se den sus poesías a la estampa.
Ya que conseguí, señora,
gracias a mi diligencia,
que venciese a tu avaricia
de un amigo la largueza;
ya que a cautelosa maña
cediste en la impertinencia
de hacer mala obra al gusto
con ocultar tantas buenas;
y ya, en fin, señora, que
tus ocios o tus tareas
vienen diciendo a mis manos,
“Dios te la depare buena”,
permíteme que te diga,
como si nada dijera,
que eres ingrata a los cielos
por ser tirana a la tierra,
[h. 11v]
pues, si providente aquel
en benignas influencias,
solo a ti da tantas gracias
como nueve juntas cuentan,
¿por qué tú este beneficio
injustamente desprecias,
pudiendo ser, de aquel coro
del Parnaso, la abadesa?
No publicar el favor
ingratitud se contempla,
pues ¿qué será recibirle
y negarlo que se deba?
¿No es agravio conocido,
con pretextos de modestia
quitar la gloria del sino
con no usar de la fineza?
¿Puede ser satisfacción
la timidez que condena,
por quitarte a ti el aplauso,
que el cielo esta gloria pierda?
Y en cuanto a la tiranía
de que con razón pudiera
quejarse el mundo de ti,
¿con qué disculpa la honestas?
[h. 12r]
Las gracias que has recibido
de divina providencia,
¿a su participación
impíamente te niegas?
Yo no sé cómo consigue
ajustarse tu conciencia
con un hurto declarado,
resistiendo que se vuelva;
pues, señora, llegó el tiempo
de persuadiros la enmienda,
y que hagáis, restituyendo,
principio a una vida nueva.
Salgan a la luz del mundo
los conceptos que de ella
a tu diligencia ocultan
los huecos de tus gavetas.
Al público candelero
pónganse las luces bellas
que el cielo te comunica
para que todos la vean.
Las corrientes de
Helicona,
que has apurado sedienta,
es menester que se suden
al tormento de la prensa,
[h. 12v]
y así, señora, podrán,
quedar de ti satisfechas
las providencias del cielo
y las quejas de la tierra.
No aguardes a que, indignados
ya contra tu resistencia,
con el nombre de tirana
te publiquen todos
guerra.
El mismo, en alabanza de la autora, habiendo tenido noticia que se daban sus obras a la prensa. Décimas.
Señora
Guerra, ¿qué es esto?
¿Ha hecho el señor Apolo
de todo tu protocolo
en la Corte manifiesto?
Hubo aquello de protesto
la fuerza en el descamino,
mas, vanamente, imagino,
resistieses imprudente,
logrando en el accidente
dar a tus obras destino.
Mas puede ser tu consuelo
el refugio que han tomado
tus obras, para sagrado,
del más vengativo anhelo.
Ya no puede en el recelo
hallar temor tu fortuna,
pues adversidad ninguna
podrá atreverse a quien es
hoy trofeo de los pies
de la
duquesa
de
Osuna.
En elogio de la señora que escribió estas obras, formó un su rendido apasionado este soneto:
Oh tú, que del Pactolo peregrina,
bética Euterpe, Melpomene hispana,
Melpomene es aquí voz paroxítona.
en competencia de una y otra hermana,
bebes de la Castalia cristalina,
no quiero, no, mentirte por divina,
aunque tú te acredites más que humana,
igualando a la musa mexicana
y a la que en Troya lamentó su ruina.
No gloria femenil el orbe llene
ni el areópago griego más blasone
de que ocupó sus cátedras alguna,
pues si el todo de todas en ti tiene,
en ti el todo de todas se corone
con el sabio laurel de la Fortuna.
Un apasionado expresa en el siguiente soneto el concepto que forma de este libro y prorrumpe en elogios a la autora, insigne décima musa ursaonense Ursaonense es gentilicio culto de Osuna (Ursus) la señora doña: 3Ursaonense es gentilicio culto de Osuna (Ursus)
T
odo el orbe, en aplauso de
TERESA,
E
smere los elogios y la alabe,
R
índale Apolo parias a tan suave
E
ncanto, que a las musas embelesa.
S
algan a ver de pluma tan traviesa
A
dmirable volumen en que cabe
D
onaire, chiste y seriedad, que sabe
E
xponer de este polo en la ancha mesa.
G
orjee Arión, y Orfeo con su lira
U
enga a aplaudirte, musa, que venera
E
ste hemisferio, décima, y admira;
R
uiseñor silencioso, que a la esfera
R
endir pretende, avasallar aspira
A
l mismo Apolo, publicando
GUERRA.
En elogio de la heroica pluma de nuestra escritora, escribía don Gabriel Gilberto Cavalleri y Villalobos el siguiente soneto:
Hija de sus arenas y su espuma
el padre de las aguas Oceano,
que ya te oye sirena, piensa en vano
hacer tridente de tu blanca pluma.
No sufre Apolo que mortal presuma,
la cítara encendida con su mano:
otro móvil la rige soberano
sin que al número el golpe no consuma.
Con justa causa la deidad espera
que tu pluma, mudando de elemento,
pues dio nombre al cristal, lo dé a la llama.
Igualmente colóquese en la esfera,
que solo se permite a su instrumento
un cañón de las alas de tu fama.
Prólogo al lector
En esta breve obra, benévolo lector