Al Santíssimo Sacramento, en su fiesta, Justa poética (1609)


ALONSO GARCÍA
AL SANTISSIMO SACRAMENTO, EN SU FIESTA, IUSTA POETICA, QUE LOPE DE VEGA CARPIO, Y OTROS INSIGNES POETAS DE LA CIUDAD DE TOLEDO, Y FUERA DEL TUUIERON EN LA PARROCHIAL DE SAN NICOLAS DE LA DICHA CIUDAD A VEYNTE Y CINCO DE IUNIO DE 1608 AÑOS. RECOPILADA POR ALONSO GARCIA MERCADER DE LIBROS. DIRIGIDA A DON PEDRO LOPEZ DE AYALA CONDE DE FUENSALIDA, TOLEDO: PEDRO RODRÍGUEZ, 1609.

De doña María Sarabio,
Glossa

Tanto de las fiestas gusta
Que ordena en su casa Amor,
Que a ser el mantenedor
Viene el príncipe a la justa.

En esta amorosa empresa
El príncipe celestial
A su mismo padre ygual
En la tela de una mesa
Haze una justa real.
Por las fiestas del alma justa
En blancas armas se ajusta,
Donde se queda la vista,
Que quanto al alma conquista
Tanto de las fiestas gusta.
Fiestas de antiguos corderos
Cessaron después que vino
Este cordero divino,
Que a sus doze aventureros
Mantiene de pan y vino.
Que cenen con su señor
Amor en la fiesta ordena,
Y por mostrarle mayor
Se da a sí mismo en la cena
Que ordena en su casa Amor.
Mientras gozan su presencia
Bien mantenidos están,
Mas previniendo su ausencia
En renta de vino y pan
Les dexa su misma essencia.
Aquí de su esphera Amor
Excedió tanto el compás,
Que de Dios todo el valor
No pudo obligarse a más
Que a ser el mantenedor.
Todo su inmenso poder,
Quanto es Dios, y quanto tiene,
En sola esta cifra viene,
Ni puede Dios mantener
Mejor que agora mantiene.
Alma, no llegues injusta
A la justa en que Dios justa,
Llega en gracia y te darán
Del pan, que en forma de pan
Viene el Príncipe a la justa.

(f. 35r.-v)

De Doña Clara de Barrionuevo,
Glossa

Tanto de las fiestas gusta
Que ordena en su casa Amor,
Que a ser el mantenedor
Viene el príncipe a la justa.

Por las pazes ya juradas
en aquella cruz dichosa
con sangre de Dios firmadas
la iglesia como su esposa
haze fiestas celebradas.
Y para mejor hazellas
Quiere que Dios se halle en ellas,
Y como cosa tan justa
Baxó desde el cielo a vellas,
Tanto de las fiestas gusta.
Y entre otras fiestas ordena
Una justa en que Amor piensa
Vencer la grandeza inmensa,
Que es la invención de amor llena
Y assí no tendrá defensa.
Haze otra gala mayor,
Que a Dios y al hombre conbida,
Y para tan gran Señores divina la comida
Que ordena en su casa Amor.
La Fé que ve a Dios del cielo
Debaxo de humano velo,
Recibe assombro, y espanto
De que el amor pueda tanto
Que tenga a Dios en el suelo.
Y dizele a que has venido
Siendo del cielo Señor,
Aquesta justa de amor;
Y responde Dios herido,
Que a ser el mantenedor.
El heredero divino
Del cielo, quiere su padre
Que del suelo sea vezino,
Que es la patria de su madre
por quien a ser hombre vino.
Y assí todo de encarnado,
Que es vestido que le ha dado
su madre porque del gusta,
con velo blanco embozado
Viene el Príncipe a la justa.

(f. 37r-v)

De Jacinta Hipólita
Glossa

Tanto de las fiestas gusta
Que ordena en su casa Amor,
Que a ser el mantenedor
Viene el príncipe a la justa.

Quien bien ama nunca olvida
Y más Dios de cuyo amor
Su ser inmenso es medida,
Que qual gallardo amador
Justas traza da comida.
Su gusto al del hombre ajusta,
Y a un banquete real y justa
Publica al mundo en su nombre,
Solo por saber que el hombre
Tanto de las fiestas gusta.

De su amor, y su poder
Juega por muestras iguales,
Regalar y entretener,
Y assí en sus fiestas reales
Justa, y banquete ha de aver.
Y para ostentar mejor
Su grandeza y su valor
Combida con la mesa puesta
A quien viniere a la fiesta
Que ordena en su casa Amor.
Otras vezes ha venido
Variamente disfraçado
Este Príncipe escogido,
Primera vez encarnado color
Vistió, dixo este Señor,
Que a ser capitán venía,
Mas de blanco, y en su día,
Que a ser el mantenedor.
Qual gigante se dispone
A la carrera, y gozoso
Mantenedor se propone,
Y al combite suntuoso
Vino mezcla, mesas pone.
Adornase el alma justa
Para estas fiestas, que gusta
Parecer hermosa y bella,
Que ha entendido que por ella
Viene el Príncipe a la justa.

(f. 38 r-v)

De Doña Clara de Varrionuevo
Soneto a la descensión

De las estrellas con que adorna el cielo
El sacro techo de su azul hermoso,
El templo de Toledo venturoso
Se borda y vence al sueño su desuelo.
Está esperando el Indio al Dios de Delo
Quando está el español en su reposo
Y él como tan galán y poderoso
Baxa en su coche el bien del cielo al suelo.
Llegada, pues, María al templo santo
Puso a Illefonso una casulla en premio
de ser el defensor de su pureza.
Y el coro celestial con dulce canto
Cantan hymnos de gracia al santo gremio,
Bolviendo al cielo inmenso su grandeza.

(f. 45r-v)

De Iacinta Hypólita
Soneto a la descensión

La más pura que el sol como el aurora
Se levanta, madruga a media noche:
Y en un carro de luz, indigno coche,
Viene a Toledo, do Illefonso mora.
No admira al cielo ver tan a desora
La sacra magestad ni que trasnoche,
Que es bien que el franco pecho desabroche
Para honrar tal vassallo tal señora
La opulenta recámara y tesoro
Del rey su esposo y Dios, dones ofrece
Con que premiar a quien la honró en el suelo.
Y diziendo maitines en su coro
Viste Illefonso el don que le enriqueze
Y laudes canta agradecido al cielo.
(f. 45v-46r)

Doña Uriela de los Ángeles
A la descensión Soneto

No escribe al precio.

Angélicas esquadras tremolando
Luzientes alas por el vago viento,
Dexan atrás el cristalino assiento
En luzidos exércitos marchando.
No bien la nueva luz le assombra, quando
El Dios que rige el humido elemento,
Anunciando a sus nimphas el contento,
Las corrientes del Tajo va sulcando.
Llegan a las orillas los delphines
Para adornar su margen, y las aves
Imaginan que sale el nuevo día.
Cantan coros de alados seraphines
La gala al son de tímpanos suaves,
Y a la iglesia imperial llegó María.

(f. 51v-52r)

Doña Uriela de los Ángeles, romance a san Iuan Baptista

No escribe al precio.

Famoso Juan oy os canta
Un terreno seraphín
En virgen metro romance
Que ha de parecer latín.
A vos precursor divino,
Que con dientes de marfil
Hizistes que el mundo oyesse
De vuestra voz el clarín.
Una rezadora martyr
Hermosa a puro barniz,
En una justa sin lanças
Os escrive este pasquín.
Quien casamentero os hizo
Siendo celestial neblí?
Y de maridos futuros
Astrologo zahorí.
Yo me acuerdo, que algún día,
Si no me dexa mentir,
El subiros en secreto
A un alto zaquiçamí.
Que hincadas las dos rodillas
Y humillada la cerviz,
Os demandava patrón,
Para un pobre vergantín.
Y la oración acabada
Con la cruz de mi candil,
Oí por una tronera
Que nombraban al sofí,
Estoy gran santo dudosa,
Porque tengo para mí,
Que ha de passarme a Turquía,
Algún valiente Alfaquí.
Si el sagrado belloncino
Solo a señalar venís,
Quien os hizo gran propheta,
De vírgenes adalid?
Nadie duda que os conocen
En Argel, como en París,
Y que os hazen grandes fiestas
Los de estrangero zenith.
Mas quando el sol viste al alva
De esmeralda, y de rubí,
Y por nacer vos, la noche
Se desnudó su mongil.
Dizen que con vuestro nombre,
El más zancarrón Merlín
Saca de escondidas cuevas
Desde el doblón al florín.
Dadme parte desta ciencia
Sacro anunciador delphin,
Aunque en vez de tejos de oro
Agarre maravedís.
Hareisme hermosa, y bizarra
Más que el matizado Abril,
Que el tesoro diz que encubre
Una quarta de nariz.
Cantaré a vuestro pellico
Una canción pastoril,
Con esta voz de corneja
Al son de algún retintín.
Diré que fuistes buen gallo,
Pues con soberano ardid
Distes vozes anunciando
Como el sol quería salir.
Y aunque cortada la cresta
Os hizieron francolín,
Pues fuistes en mesa real
Plato de sabor sutil.
Gentiles pregones distes
En aquel tiempo feliz
Que a vuestra blanca garganta
La bolvieron carmesí.
Y no teníades mal pleito,
Que alguno os oyó dezir,
Que no erais digno de atalle
Al pariente el cenogil.
Bien lo muestra el rehilero,
Que os ponen en el astil,
Índice del obligado
Del soberano alholí.
Todos guardan vuestro nombre,
Y con sonoro añafil
En su algazara le cantan,
Los que ciñen tabalí.
El sol que en junio esmalta
De los campos el tapiz,
Le da por vos nueva vida,
A su retama, y jazmín.
Los arroyuelos se engríen
Que dan en el torongil,
Y a las hojas que están verdes
Ponen de aljofar matiz.
Yo también por celebraros
Con mis carrillos de hollín,
Hincho para sacar versos
Como nuevo ministril.
Y pido criminalmente,
Aqueste premio civil,
En ombre de mi persona
Al más gallardo Amadís.

(f. 59r-60v)

Clarinda Lisarda, serrana del Jordán, Romance a san Juan Baptista

A veros vengo el Baptista
Por las nuevas que me dan
Que sos el más prodigioso
Que huvo desde Adam acá.

Y agora digo que os veo,
Que me parecéis un Juan,
Que los Juanes son muy buenos
Si llenos de gracia están.

Hijo sois de un sacerdote,
Nos es mucho que reluzgais,
Que los hijos de los cregos
Dizque suelen relumbrar.

Quando os hizo vuestro padre
No dizque pudo hablar más
Hasta que nacistes, huego
Que chico empezáis a obrar.

Dizen que os parió una vieja,
También es buena señal
De que avéis de saber mucho,
Que ella os podrá enseñar.

En buena hora vos nacistes,
Pues vuessa cara de paz
Dio a todos los matañeses,
Gran regocijo y solaz.

Gran ervolario avéis sido,
Y como en el monte andáis
Parece que soldemente
Para hechizero estudiáis.

El trébol, la madre selva,
El tomillo, el arrayán,
La bervena, y el elecho,
Por vos se suele arrancar.

Mucho os estiman las brujas,
Porque en vuessa navidad
Aun yervas cobran vertú,
Porque la devéis de dar.

Mera si sabéis de alguna
Para buena voluntad,
Que Herodia os aborrece,
Y cogedla pesse atal.

Yo la cogeré también,
Que también la ando a buscar
Para ver si ablando un pecho
Más duro que a un pedernal.

Dizque sos el mayor hombre
Que se ha visto desde Adam,
Que bueno sos para santo,
Quede reliquias habrá.

Mas si os viera Zacharías
Agora en esta edad,
Como se holgara el buen viejo
Con vuessa paternidad.

Qué temprano os escorristes
Al desierto, donde estáis,
O qué bien os escapastes
De aquel verdugo mortal.

Langostas dizque comes,
Rústico es ese manjar,
Par Dios, si yo las comiera,
Que avían de ser de la mar.

Pareces entre el çamarro
A Quercoles el jayán,
Vestido con el pellejo
De aquel valiente animal.

En estas verdes orillas
De nuesso lento Jordán,
Me dizen heis bautizado
El Messia un buen çagal.

Y que al çampuzalle el agua,
El cielo de en par en par
Se abrió, y una voz oistes
Que era Dios al que la echáis.

Que una paloma más linda
Que las de mi palomar,
Del cielo baxó y se puso
Encima por más señal.

También me han dicho que sois
Un pregonero, que da
Más gritos que el de mi aldea,
Muy bien Baptista os oirán.

Desde llevarte a puñente
Vuessas vozes llegan ya:
Callá, que los buenos callan,
Mera no os venga a amargar.

Pensas que porque una vez
Os pudistes escapar
Que ha de faltar otro Herodes,
Pues ya ay otro Herodes Juan.

A la muger de Filipo
Que dentro en su casa está,
Mal enojada tenéis,
Quiera Dios no os haga mal.

Con ella el Rey se entretiene,
Y aunque es garrida a demás
Voto a diez que es un mal hecho,
Voto al onze que es maldad.

Y aunque esto es barraganía,
No lo reprochedes más,
Que es peligroso dezilles
A los Reyes la verdá.

Él es Rey, ella es muger,
Harto os he dicho, callad,
Que vos quitarán la vida
Si los gustos los quitáis.

No os quebréis la cabeça,
Mera que os la queberán,
Que dais vozes e el desierto,
Y a quien ama predicáis.

No prediquéis a rameras,
Que un fray Juan Baptista avrá
Que las predique, y convierta,
Aunque no con gracia igual.

Si vos en este desierto
Ya no querés habitar,
Venid vos a mi cabaña,
Yo os serviré voto a san.

Dareos un pellico nuevo,
Y un capote de sayal,
Polainas , y çaraguelles,
Y un perpulido gaván,

Y casar vos querés,
Una prima os puedo dar,
Qual la Luna, que un luzero,
Bien con la Luna saldrá.

Dexa cortes, y palacios,
Y a quantos están allá,
Que es allí todo dulterios,
Odio, envidia, y falsedá.

Esto os dize porque os quiere
Sobre quantos santos ay,
Clarinda vuessa devota,
La serrana del Jordán.

(f. 62r-64v)

Vexamen de Martín Chacón

En esta reñida lid
por fuerça hemos de tener
un fraile y una muger
como en carros de Madrid.
………
Y luego una glossa hurtada
Jacinta Hypólita entona,
Aunque me huele a Narbona
Porque biene bien hablada.

(f. 79r)
(…)

Aunque más ceñuda tope
La invidia a doña María,
Pueden dezir a fe mía
Aquesta glosa es de Lope.

Y por dios que a doña Clara
Cuya habilidad celebro
Por vexamen un requiebro
Dixera si me escuchara.

Uriela debe de ser
Qual que emboçada amaçona
Que se anda a la vita bona
A justar y componer.

(f. 81r)

A continuación la sentencia

2º precio

En el segundo concurren
Chrystóval de Thena heroico,
Cuyos versos han partido
Su propiedad con el lotos.

Con Hypólita Jacinta
Elegante en pluma y rostro
A quien en el par de media
Con su licencia mejoro.

Partirse entre ellos devía,
Pero a un galán fuera improprio
No darle entero, llevando
En un diamante un tesoro.

(f. 84v-85r)

5º precio

A doña María Sarabia
Por las décimas, que ignoro
Si el Vega las excediera
Con su ingenio misterioso,

Unos guantes de jazmines
Le doy por premio, que entono
De sus manos cristalinas
Serán de narcisos locos.

(f. 86r)